ZARAGOZA | El fútbol nunca ofrece soluciones previstas. Lo sabe bien el Real Zaragoza, inmerso en una depresión que se cifra en números. En sus 7 de 36 puntos posibles ha encajado todos los goles del curso (17) y dejó de marcar en el último mes, donde ya acumula tres derrotas consecutivas. En el camino, quedó Fran Escribá y llegó Julio Velázquez. El técnico salmantino es una apuesta personal de Juan Carlos Cordero y se le ha encargado una tarea fundamental: cambiarlo todo. Lo intentará en su segunda semana de entrenamientos, a través del carácter, pero también del juego.
El resumen de la temporada parece guionizado por un mal enemigo. El Zaragoza no supo explicar a través del juego por qué ganó cinco partidos de forma consecutiva. De la misma manera, tampoco logró entender por qué dejó de hacerlo. Si hubo sombras en el vestuario que favorecieron el abandono con Fran Escribá, ahora se les prescribe con un propósito: que cambien radicalmente su rendimiento con Velázquez.
La reválida de este juego es permanente, se escribe día a día, en un examen que se articula cada semana. Y, como antes lo fue el de Albacete, ningún partido parece tan importante como el duelo ante el Leganés. El Real Zaragoza se mide a uno de los aspirantes y espera que en el partido del próximo sábado se alcance el principio de una reacción. Que sea el comienzo de algo distinto.
Al duelo, el Zaragoza llega inmerso en un mar de dudas, agravado por bajas tan sensibles como la de Azón. Tampoco estará Lecoeuche, el mejor de todos los fichajes en el último mes de competición. Ante las ausencias, el Zaragoza debe revisar una receta conocida, ya practicada en otro tiempo. La cantera siempre fue la mejor de todas sus soluciones. En el escenario, se asoma el fútbol de barrio de Pau Sans y una zurda distinta, la de Pablo Cortés.
La semana transcurre en una calma tensa, mientras Velázquez prepara su estreno en La Romareda. En un deporte que nunca vive del ayer, el público ya casi ha olvidado el último triunfo de su equipo. En el mes de diciembre llegan algunas de las etapas reinas del curso y el técnico sabe que la suerte de su equipo pasa por recuperar su estadio y su amuleto. Tres meses después, ya solo vale vencer.