Juan Ignacio Martínez insistió en el tiempo de los empates en la necesidad de ganar para alcanzar un punto de inflexión en la temporada. Sonó a lugar común, a tópico y a un clásico de este juego. JIM lo volvió a utilizar para definir una conquista poco ejemplar, la que logró el Zaragoza en El Plantío. Tres días después, su equipo consiguió ante el Sporting de Gijón una victoria de prestigio. Fue un triunfo sin peros, en el que llegó a dominar todas las fases del juego.
El inicio fue un bonito intercambio de golpes entre dos históricos. El Zaragoza corría y mandaba mientras el Sporting de Gijón probaba desde la distancia. Hubo sitio en el partido para dos intentos de Igbekeme que permitieron que el Zaragoza se hiciera con el partido. Todo lo que hace el nigeriano parece imprevisible. Acierta y se desdice, se equivoca y se corrige. Incluso en su mejor actuación dejó espacio para un par de sustos que quedaron en anécdota. A su lado, nadie gobernó el juego como Francho Serrano. Vital, entusiasta, comprometido, cada uno de sus pasos tiene un sentido estratégico en el partido.
Si el `Puma´ Rodríguez deja atrás a Petrovic y a Nieto, allí aparece Francho Serrano para negarle el camino. Si el encuentro pide profundidad y dinamismo, allí está el canterano para darle vuelo a los extremos. Es una pieza clave en el engranaje, un futbolista silencioso. Se adapta a su contexto y entiende que su función de hoy es darle protagonismo al resto. Su actuación lejos de los focos no debe esconder el valor capital de Francho Serrano en este equipo. Las suyas son las cualidades de un mediocampista moderno, que posee el aspecto de un futbolista de otro tiempo.
Unos metros por detrás, Alejandro Francés desquició a Uros Djurdjevic. El montenegrino es un incordio para cualquiera, un delantero intuitivo que puede marcar si se lo propone goles en campos de Primera. Francés decidió que en La Romareda no tendría ocasión de anotar ninguno. Después de secarle en todos los duelos, trazó un pase de gol para Nano Mesa que sería definitivo. Minutos antes, Borja Sainz había encontrado por el carril la senda del primero. Él cocinó su propio tanto: robó el balón y eligió a través de su carrera el trayecto y el regate más sencillo. Después de burlar a Gragera, le ganó la partida a Mariño por su palo.
En la segunda parte, el Sporting de Gijón buscaba más que nunca el empate. El Zaragoza intuyó que el partido estaba para correr y no para jugar. Y en este equipo nadie corre como Nano Mesa. El canario marcó de nuevo y como en su primera vez, celebró el gol dos veces. Ese tanto y ese festejo definen las virtudes de un futbolista vivo, pícaro e intuitivo. Un gol que supuso una explosión y que el estadio se alegró de cantar las veces que hiciera falta.
Así logró el Real Zaragoza su triunfo más preciado y JIM saldó cuentas pendientes con La Romareda. El Zaragoza consiguió una victoria sin sombras. Tres puntos de inflexión en un solo partido.