El partido de ayer frente al Albacete es un sesgo de la idea última a la que aspira Rubén Baraja como entrenador del Real Zaragoza. Por el camino, mucho margen de mejora en un equipo que, a diferencia del año pasado, cuenta con diversos recursos en su plantilla y con un holgado potencial en propiedad.
Ni el Albacete es un equipo gustoso de ver, ni el Zaragoza despliega el fútbol al que acostumbra por historia y entidad. A esto habrá que ir acostumbrándose ya, porque son ocho años en Segunda y de las buenas intenciones no se asciende. Por lo tanto, se podía vislumbrar que el encuentro entre sendas plantillas no iba a gozar de mucho espectáculo futbolístico.
Ningún equipo contabilizó clarísimas ocasiones como para irse decepcionado del césped; un empate hubiera sido lo más justo visto lo visto. El Zaragoza tuvo fases en el partido en las que volvió a ser un equipo plano sin pólvora y sin imaginación en el área rival; y otras –con Bermejo sobre el campo– en las que pareció alejar los fantasmas que se le aparecen cuando pisa zona de 3/4 de campo. El as estaba en la manga de Baraja y Alcaraz acabó perdiendo lo poco apostado.
Primera parte de vacíos
Tanto el técnico vallisoletano como el veterano entrenador granadino colocaron sobre el césped sus sistemas por excelencia en lo que va de temporada. El Zaragoza alineó en su 4-4-2 a Larrazabal y Zannimachia en derecha e izquierda respectivamente, así como al recién llegado Tejero en el lateral diestro y a Chavarría en el izquierdo. El Toro reemplazó arriba al internacional Vuckic.
Pocas novedades, pero de peso, en el once de Alcaraz. Roman Zozulya ocupó el puesto de un desatinado Ortuño en la delantera, y Liberto debutó en la banda izquierda. Los demás, donde se les esperaban dentro del 4-4-2.
La gran diferencia entre los manchegos y los aragoneses radica en la calidad técnica de sus jugadores. El Albacete tiene problemas con el balón en los pies; Jean – Jules y Diamanka no son centrocampistas de creación por lo que el juego termina en las botas de sus extremos o del segunda punta, por lo que siempre es más complicada la salida de balón limpia. Y ayer el Alba optó por jugar directo e intentar presionar al rival cuando tenía la pelota.
El Zaragoza volvió a pecar de no contar con un jugador capaz de recibir del doble pivote, girarse y ver el fútbol de cara en el último tramo del campo. Asimismo, Ros y Eguaras ayer no se reencontraron con sus mejores versiones. Por su parte, Atienza y Guitián volvieron a estar imperiales con balón y sin balón. La solidez defensiva empieza con el gran nivel de ambos.
Larra y Luca tuvieron el rol que se les da a los extremos de Baraja, pero no terminaron de cuajar. Ambos se desmarcaron de fuera hacia dentro para acompañar la jugada y dar pista libre a sus laterales desde atrás. Entre Javi Ros/Eguaras y Narváez/Fernández había un vacío que pocas veces se llenaba con provecho.
La idea era buena, la ejecución no lo fue. El problema que tuvieron tanto Zannimachia como Larrazabal fue que los pocos balones que recibían eran en zonas de poco peligro y casi siempre de espaldas. Para proyectar a los laterales este movimiento resulta indispensable y ayer lo pudimos comprobar a la perfección. Con seis centros de Tejero y tres de Chavarría, más el de la asistencia de Nieto en el gol, los costados zaragocistas fueron fuente de peligro durante todo el partido. Aunque a veces se utilizase este recurso en exceso.
El Albacete encontró donde picar
En ataque, si Zannimachia es diestro y tiende a meterse hacia dentro para que Chavarría cabalgue toda la banda, va todo sobre ruedas. En defensa ya es otro cantar más aún con Eguaras como el centrocampista encargado de la cobertura.
La banda izquierda del Zaragoza fue la más azotada por el Albacete, que olió sangre y se lanzó a morder. Tanto Álvaro Jiménez como Carlos Isaac se percataron de los huecos y de la fragilidad defensiva de la banda izquierda maña, y por ahí transcurrieron la mayoría de ataques albaceteños.
Chavarría es un lateral que aporta mucho a la faceta ofensiva del juego además de dotar de una profundidad necesaria para el fútbol que pretende Baraja. Sin embargo, donde más tiene que mejorar es en defensa y si por delante tiene a Zannimachia, que no es un extremo con cualidades defensivas, el lateral ex del Olot sufre bastante. Además, con un doble pivote con Eguaras en la izquierda, las coberturas y ayudas que este le pueda dar se antojan insuficientes y de poco recorrido.
A pesar de su siempre excelente predisposición, la primera parte de ayer en defensa puso de relieve la importancia que puede tener el doble lateral en este sistema. La segunda parte lo acabó de confirmar con la entrada de Nieto.
Un Toro desorientado
Primera titularidad de Gabriel “El Toro” Fernández con el Real Zaragoza. La baja por convocatoria internacional de Haris Vuckic le dio la oportunidad al uruguayo de demostrar porqué tiene que ser hombre importante en este equipo. Pero ayer no fue ese día. El corpulento delantero centro se movió por el campo sin rumbo ni destino. Donde se le esperaba, en zona de remate, no se le vio; tampoco participó en la elaboración del juego con 7/17 pases buenos.
Con los cambios Del Real Zaragoza, el delantero de Montevideo pasó a jugar como única punta en un 4-2-3-1 pero tampoco se encontró a sí mismo ni le encontraron sus compañeros. A falta de 20 minutos para el final fue sustituido para dar paso al doble lateral y dejar a Narváez y a Bermejo moviéndose por arriba. Un único y flojo disparo a puerta como respuesta a una titularidad mal aprovechada. La esperanza en este jugador recae en que vaya cogiendo un ritmo de competición que le falta y pueda acoplarse mejor a sus compañeros. Mucho tendrá que trabajar si quiere volver a repetir titularidad.
La llave la tenía Baraja y se la dio a Bermejo
El fichaje del Sergio Bermejo procedente del Celta B seguramente haya sido el menos sonado de todos. No por ello significa que vaya a ser el menos trascendente de ellos. Todo apunta a que va a dar que hablar este joven mediapunta.
El partido de ayer necesitaba de un solista. De un jugador capaz de salirse de los establecido y de romper los cánones de un encuentro que resultaba pesado. A la hora de juego, Baraja miró a su banquillo y vio en Sergio Bermejo ese papel protagonista que necesitaba la película.
Salvo la segunda parte en el primer partido de pretemporada ante el Getafe, nada más habíamos visto de Bermejo con la elástica zaragocista. Las buenas sensaciones que dejó ante los madrileños no decayeron ayer ante el Albacete. Su cambio resultó vital para el devenir del encuentro y dejó entrever que Baraja no es un entrenador cabezota que muere con su filosofía. Las variaciones del sistema que se vieron en la segunda parte, con las entradas de Adrián, Nieto, Papu y Bermejo dicen mucho del nivel de entrenador que es Rubén Baraja. Ahí empezó a ganarle el partido a Alcaraz.
Bermejo se estuvo moviendo por detrás del punta, primero con el Toro y después con Narváez. Un perfil de jugador con el que no había contado el Zaragoza en lo que va de temporada y que deshizo la espesura creativa en la que se veía inmerso el equipo.
Con Papu sobre el terreno de juego, este se convirtió en su mejor aliado para combinar en corto. Desde la posición de falso 9 y en la banda derecha hilaron pases a uno/dos toques que impregnaron velocidad a las ofensivas zaragocistas. El Zaragoza se volcó hacia el costado derecho juntando a muchos jugadores para crear superioridades.
Los movimientos de un Pep Chavarría más liberado con la entrada de Carlos Nieto fueron la primera causa del gol del Zaragoza.
En el frame de arriba vemos el movimiento de Chavarría casi a banda contraria en aras de descentrar a su marcador y dejar vía libre a la subida de Nieto, solo ante la impotencia de un exhausto Álvaro Jiménez.
Incluso es el mismo Chavarría el que da el pase al hueco para que Nieto asista posteriormente a Narváez. Chavarría deja sin marca a su lateral, y Nieto aprovecha el desconcierto para desmarcarse hacia el área. Una inteligencia táctica y posicional de los hombres de Baraja que acaba marcando las diferencias en un partido tan igualado y espeso como el de ayer.
El de ayer no fue el mejor partido que le veremos al Zaragoza en esta temporada. Queda mucho trabajo que hacer y muchas piezas que pulir para que el equipo vaya cogiendo la forma perfecta que Baraja quiere presentar. A pesar de la victoria y de los 7 de 9 puntos logrados no hay que apartar las miradas de los problemas que hoy en día persiguen a este Zaragoza. Quizá Bermejo sea una de las soluciones, pero en ataque y en la zona de medios hay bastantes aspectos que se quedan cortos para un equipo que su máximo objetivo es ascender.
La paciencia, el trabajo y los resultados marcarán el rumbo del Zaragoza. “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.