ZARAGOZA | El Real Zaragoza había comenzado el año con mal pie. Miguel Ángel Ramírez no lograba arrancar y el conjunto aragonés se veía sumido en una espiral de hartazgo, rabia y sufrimiento. Pero si algo es capaz de cambiar el fútbol es el estado de ánimo. Tras el gran triunfo del conjunto aragonés en La Rosaleda, el aficionado zaragocista ha vuelto a sonreír, y lo ha hecho en parte gracias a Pau Sans. Y es que se ha repetido una tónica muy presente en esta 24/25: si el ’29’ sonríe, el zaragocismo también.
Pau Sans es diferente. Es un futbolista que siempre sonríe cuando juega, que sigue siendo el niño de los recreos. Pau tiene el don de la oportunidad, el de aparecer cuando más lo necesita su equipo. Y es que las últimas victorias del Real Zaragoza no se pueden explicar sin él. En La Romareda, abrió el camino del triunfo con un control con la espalda, que cerró Aketxe con su remate. Ayer, apareció para marcar un gol que vale 3 puntos. Dos victorias más descubren la importancia del canterano: marcó en Cartagena para remontar el encuentro
Las dudas con respecto al rendimiento de Liso y la poca presencia de Adu Ares evidencian una importante carencia en los extremos. Ante esta coyuntura, aparece la figura de Pau. El joven zaragozano está llamando tan fuerte a la puerta de la titularidad que pronto terminará por derribarla. Hasta el momento, solo la ha abierto en dos ocasiones, en una de las plazas más complicadas de la categoría como lo es Anduva y precisamente frente al Málaga en el feudo aragonés. Dos titularidades que no hicieron justicia y que no reflejaron al verdadero Pau Sans y que le relegaron a un rol de revulsivo. En cualquier caso, el Real Zaragoza tiene un diamante en bruto en sus manos, un futbolista que nunca deja de sonreír.