ZARAGOZA | El estreno de Julio Velázquez dejó una sensación triste, de fría decepción. El Real Zaragoza volvió a perder, a parecer un equipo vencido antes de tiempo. Ocurrió ante el Albacete, que fue tan frágil en los últimos dos meses de competición como superior ante los maños. El equipo de Rubén Albés llenó el partido de ocasiones e hizo que Francés y Dani Rebollo parecieran los mejores en el plan de Velázquez. Un central que defendió por todos y un portero aplicado en la defensa del empate. En definitiva, una pobre carta de presentación.
El fútbol cayó sobre el Zaragoza en el tramo final, en el tiempo que se escriben normalmente sus desgracias. Allí, un tropiezo de Jair con Fran Gámez, dejó a Quiles ante el gol, dispuesto a impartir justicia. Marcó él y venció el Albacete. Y el Zaragoza hizo todavía más grave su crisis, inmensa ya en los números y las sensaciones. El equipo suma 7 de los últimos 36 puntos en juego y ha cambiado el liderato de las primeras jornadas por el sufrimiento de las siguientes.
Visto el rostro competitivo del Zaragoza desde septiembre, ahora el objetivo más cabal parecen los 50 puntos. No parece ya que sus problemas se expliquen desde el banquillo. El reinicio del curso pasa también por recuperar el vestuario y el ánimo de una plantilla que ha perdido el norte y todas sus virtudes. Un dato lo ilustra todo: el Zaragoza no disparó a puerta hasta el minuto 80 en el Carlos Belmonte. Su rival, tan hundido hasta ayer como él, se acercaba a la veintena de intentos en ese mismo tiempo.
Sin una intensidad distinta a las anteriores, la ansiedad presidió, según Velázquez, la respuesta de los suyos. No hubo una identidad definida, ni un estilo propio, por mucho que cambiaran algunos intérpretes. El partido volvió a descubrir más quienes son los que no están, que los que están para la causa. Sergi Enrich aparece en ese lugar de la historia, con la pose de un veterano, derrotado ayer en todos los duelos. A cambio, el técnico le negó la entrada a Pau Sans, el único futbolista de ataque que mostró ante el Huesca que puede cambiar la escena.
Los meses de octubre y de noviembre han descubierto los defectos del Real Zaragoza, un declive en tiempo real. El foco parece ya sobre los jugadores, que parecen mucho peores de lo que fueron anteayer. El efecto de un nuevo entrenador se perdió en la primera oportunidad, sin signos de arrebato ni muestras de otra voluntad. La derrota, para ser todavía más dolorosa, llegó en las últimas horas del reloj, en el momento exacto en el que el Zaragoza suele confirmar sus caídas.