El Real Zaragoza se sobrepuso a sus propios miedos venciendo al Numancia tras mucho sufrimiento y con la racha de cuatro jornadas sin ganar muy presente en la mente de los jugadores. El propio Víctor Fernández lo reconoció. “Los jugadores han salido atenazados”, aseguraba el técnico al término del partido en Los Pajaritos.
Esa es la parte negativa del planteamiento del partido en Soria. La plantilla todavía no presenta el poso suficiente para centrarse, únicamente, en lo que ocurre sobre el terreno de juego. El miedo a volver a perder tras haber sumado solo 3 puntos de 12 posibles estuvo presente desde el minuto uno. También lo estuvo el mazazo de la baja indefinida de Dwamena que, además del valor anímico, trajo aparejado un cambio de sistema que no sentó, al principio, nada bien al Real Zaragoza.
Víctor Fernández dispuso a sus jugadores con un 4-2-3-1 en el que Pombo se escoró a la izquierda y Suárez se quedó solo arriba. Kagawa se mostró desorientado al tener solo un delantero con el que conectar. El japonés, acostumbrado a distribuir balones a dos puntas, se sintió perdido en la búsqueda de su conexión con el área rival. Con Guti volcado a la derecha, la medular formada por Eguaras e Igbekeme no funcionó. El canterano brilla en la sala de máquinas, como cerebro del equipo, pero no así si debe involucrarse en tareas ofensivas por banda.
Con un centro del campo poco contundente, el Real Zaragoza no acertaba a hilar jugadas de peligro. El Numancia, en cambio, sí dispuso de algunas ocasiones claras, especialmente aprovechando las pérdidas de balón en el centro del campo zaragocista. Ahí, el canterano Clemente tuvo que erigirse como uno de los mejores del partido para incluso, sacar un balón sobre la línea de gol.
Con las pilas cargadas tras el descanso
Víctor Fernández puso las pilas a sus jugadores en el descanso. El técnico, según sus propias palabras, no quiso ser “cruel” dando a conocer públicamente cuál fue su mensaje hacia los jugadores, pero quedó claro que fue contundente. Tras el paso por vestuarios, el Real Zaragoza fue otro, con otra ambición, con más combinación, con calma y con hambre. Los blanquillos se sobrepusieron a su mala primera mitad.
Así, llegó un penalti sobre Luis Suárez que, extrañamente, erró el colombiano. A eso también se supo sobreponer el Zaragoza. Los cambios de Álex Blanco por Pombo y de Papu por Kagawa dieron más energía al ataque zaragocista. Ambos aportaron velocidad y llegada por banda, algo totalmente necesario si juegas solo con un delantero.
Fruto de una buena jugada colectiva que tuvo a Eguaras como inicio y final, llegó el gol de la victoria. Un 0 a 1 marcado por el navarro que puso de manifiesto la importancia de la segunda línea en tareas ofensivas en una plantilla corta y maltrecha. El Real Zaragoza tuvo mucho a lo que sobreponerse ante el Numancia y lo logró. Muchos contratiempos que se superaron para derivar en la mejor noticia posible: una victoria para Dwamena y tres puntos para el Real Zaragoza.