ZARAGOZA | El Real Zaragoza logró un triunfo contundente, un estreno redondo. Venció en el campo de un recién ascendido, sin paliativos, con una primera parte que mostró lo que este equipo puede ser y en una segunda que probó que sabe ser muchas otras cosas. En el estreno, todas las luces sonrieron a Mario Soberón, que guió la victoria con dos goles para la historia. Hay que bucear para encontrar precedentes de un debutante como él, capaz de marcar dos veces en su primer día. Avioncito Rambert cumplió el mismo expediente en la 95/96, aunque en algunas de las actas el segundo de los tantos se consideró en propia puerta. Los últimos en marcar en su estreno fueron Bebé, Eugeni, Valentín Vada, Luis Suárez, Guti, Rodri, Colunga y Piqué, pero ninguno de ellos había repetido.
Con un hueco en los relatos, Soberón tiene el valor de un hallazgo, el lugar de un descubrimiento. Fue el primer movimiento del mercado, un fichaje sin portadas. Dos meses más tarde, ha cambiado un maleficio y disfruta en un lugar en el que los delanteros sufren. Intuitivo, generoso y con olfato, formó con Samed Bazdar una sociedad prometedora. En un viejo truco de este juego, el grande hizo de pantalla, el pequeño resolvió dos veces. En la segunda ocasión, Iván Calero inventó un pase que no estaba. Soberón, cómplice en la intuición, resolvió por la calle de enmedio.
Si en algún punto sufrió el Zaragoza, la respuesta llegó más tarde, con Aketxe y Luna, que le pusieron el sello al triunfo. Aketxe no necesitó estar en plena forma para marcar, partícipe Caro de todos los goles. También colaboró en el de Luna, que ha cambiado la suerte en el verano, capaz de convencer a su técnico. El canterano marcó su tercer gol del verano y festejó feliz, con el pronóstico de nadie.
El Zaragoza venció con solvencia en una liga en la que uno nunca se despega. Logró el triunfo al abrigo de sus debutantes, en una cifra para la historia, que rompe ya con los precedentes. Sometió al Cádiz y vició el ambiente hasta provocar los pitos. Ganó como nunca se gana, en un triunfo soberano, con un recién llegado en el sitio de los dobletes. Y lo hizo con un delantero que, ahora sí, ocupa la primera plana.