HUESCA | Jorge Costa rechazó la opción de ser el socio activo del Huesca hace un año. Los momentos más dramáticos en los 64 años de historia del club sucedieron a esa decisión del empresario. El mismo día que el Huesca goleaba al Cartagena, el despacho de abogados de Costa le recomendaba al altoaragonés que no se hiciera con el club. La negativa fue una bomba atómica para la afición azulgrana que veía muy negro el futuro de su equipo. Ocho meses después cambió de opinión, ante la inminente desaparición del club, y tardó horas en depositar 4 millones de euros que salvaban la situación.
El pasado 24 de diciembre, la afición del Huesca alzó la voz y escribió un comunicado sin precedentes. Doce peñas pidieron la dimisión del Consejo de Administración al completo y de los patronos de la Fundación Alcoraz. La primera decisión no se hizo esperar y José Antonio Martín `Petón´ dejó su puesto de presidente del máximo accionista el 2 de enero. El testigo llegó a Manuel Ollé, que pasará a la historia como el salvador de un club que estaba en caída libre. Ese relevo acabó sacudiendo a todo el Consejo de Administración, con las salidas de Cristina Aranda, Gustavo García Capó, Josete Ortas y Fernando Callizo.
Ollé buscó viabilidad y buscó compradores para el Huesca. Hubo dos grupos muy interesados: ROLA y Kronos. Los mexicanos ofrecían poco dinero y los anglosajones mucho, aunque nunca llegaron a hacer viable la llegada de los 40 millones de euros que querían invertir. Mientras tanto, el club se desangraba y solo Antonio Hidalgo y su búnker de la BAF salvaban al Huesca de un descenso a Primera RFEF que hubiera sido la tumba azulgrana. Una vez lograda la permanencia no llegó la venta y solo hubo una persona dispuesta a ayudar: Jorge Costa.
Jorge Costa fue el salvavidas del Huesca
El siguiente paso llegó con un preacuerdo con el Grupo Costa y el Grupo Pini para aportar un crédito participativo de seis millones. El italiano finalmente no quiso aportar el dinero acordado y el 6 de agosto el Huesca rozó la desaparición. Allí apareció el Grupo Arqa, con Ricardo Mur y Alfonso García a la cabeza. El abogado de Costa conocía a los dos empresarios y les ofreció entrar en esta ecuación. Ambos conocían la situación del club y decidieron sumarse a esta aventura con una aportación de dos millones de euros y el control total de la entidad. Ese acuerdo, del 9 de agosto, entre Costa y Arqa dio vida a un club moribundo e hizo realidad el anhelo de la afición de ver como Jorge Costa recogía el guante lanzado por la hinchada para ayudar al club de su tierra.