ZARAGOZA | El Real Zaragoza pudo ganar el partido en El Ciudad de Valencia en el tramo final. Pero la gestión de las ventajas no pudo ser peor y, en el fondo, parecieron impropias del fútbol profesional. Bebé ha protagonizado muchas de las imágenes que llegaron después, con dos o tres secuencias que rozaron la locura. En algunas, pensó para sí mismo cuando la jugada era de otros. En otras, resulta prácticamente imposible saber qué es lo que pensó.
El portal zaragocista Blanquillos del León ha recopilado cuatro acciones que llegaron en ese momento de partido. En la más llamativa, a Bebé se le agotaron las fuerzas a unos 60 metros de la portería. Simeone se había quedado enganchado, cerca del portero, en un fuera de juego de al menos 40 metros. Bebé, con las luces apagadas, hizo lo más raro que se ha visto en mucho tiempo. Como si el fuera de juego fuese una regla inexistente para él, quiso pasarle el balón al argentino. Simeone, extrañado, no hizo intención de jugar, pero levantó los brazos buscando una explicación a lo inexplicable.
Todo esto en 2 minutos, imposible hacerlo peor. pic.twitter.com/jcB1KxTGJj
— Blanquillos del León | Real Zaragoza 💙 (@blanquillosleon) March 31, 2023
En las siguientes opciones, el Real Zaragoza perdió tres oportunidades de oro. Bebé quiso cerrar por sí mismo una jugada en la que Iván Azón era el mejor destinatario. Simeone se topó en la suya con la red lateral y, en la última, Bebé volvió a aparecer en la fotografía. Cansado, sin fuerzas para el último regate, y con tres opciones abiertas para continuar la jugada, lo resolvió todo con un pase infantil. Mientras Simeone y Azón se ofrecían a su izquierda y Gámez a su derecha, Bebé decidió entregarle el balón a uno de los dos rivales que defendían la jugada. Así, en ese punto exacto, se acabó el partido y con él todas las opciones de victoria.
En ese carrusel de imágenes hay una cadena de errores que no pueden pasar desapercibidos. Hubo egoísmo en muchas de las opciones finales, con Bebé en el lugar del delito. Algunos de sus compañeros fueron invisibles para el portugués, que pedían el balón en el punto exacto en el que todo puede decidirse. El resto de las posibilidades, no se resolvieron por otra cuestión: el cansancio. El partido fue una absoluta locura, se llenó de caos y de esfuerzos continuados. En ese lugar del descuento, dónde no llegaron las piernas, también falló la cabeza. Por esa razón, el Zaragoza no pudo ganar el partido cuando todo estaba a su favor.
La secuencia de ese tiempo extra se cerró con una imagen muy simbólica. Tras el último fallo de Bebé, con el pitido final del colegiado, ocho futbolistas acabaron tendidos en el césped. Todos parecían hundidos por el cansancio y perdidos entre tanto error, impactados también ante el más raro de todos los descuentos.