Era imposible llegar en taxi. Tuvimos que recorrer a pie varios metros hasta alcanzar los aledaños del estadio. De decenas de coches, a cientos. Dentro, de escasos miles de hinchas, a quintuplicar, como poco, esa aproximada cifra. No me podía creer que se tratase de una Segunda División, pero, sí: Inglaterra es lo que tiene. Todo, a lo grande. Eso me apasionó; sentí envidia.
Donde se alaba antes un despeje que un disparo, un robo que un regate o un ‘tackle’ que un buen pase, Samu Sáiz brilla. Brilla porque es completamente antagónico al contexto, al escenario sobre el que se enfrentan 22 hombres, a simple vista más preparados para librar una batalla que para disputar un partido de fútbol. El rubio destaca porque es diferente, porque ningún otro, compañero o rival, hace lo que él con un balón en los pies.
Rehuye el choque mientras los demás lo buscan, conduce mientras los demás sólo corren, y ejecuta movimientos que nadie es capaz de seguir. Samu dirige en un caos que solo el pitido del árbitro detiene. Mientras, Elland Road no para. Un coliseo de las mismas dimensiones que El Alcoraz aunque con capacidad para más de 40.000 espectadores. Un estadio que España descubrió y donde no perdió en los 3 duelos que disputó de la fase de grupos de la Eurocopa del 96′, anotando ilustres como Alfonso, Caminero o Amor.
“Samu es el de siempre”
En la visita del Derby County, casi 30.000 aficionados ‘whites’ en sus gradas y un gran sector del fondo sur animando sin parar. Será el frío… Samu levanta los ‘¡oh!’ de la hinchada cuando acelera y empieza a dejar rivales atrás, y hasta tienen un cántico para él. Es el de siempre. El talento puro. Y yo me sentí orgulloso. Una asistencia suya pone en ventaja bien pronto a un Leeds que terminaría cayendo estrepitosamente en su feudo. Un 1-2 para los visitantes y la tercera derrota consecutiva que suponía la salida de los de Thomas Christiansen de los puestos de ‘playoff’ de ascenso a la Premier League, y que se convertiría en cuatro al perder a domicilio ante el Brentford días después.
Son 3 puntos los conseguidos de los últimos 24 en juego. Únicamente 1 triunfo en 8 partidos que ha llevado al Leeds a la décima plaza, con 23 puntos. Y no será porque Samu no haya aparecido. Ha disputado ya 16 encuentros entre Liga y Copa de la Liga, con 4 dianas en ambas competiciones, repartiendo asistencias y logrando tanto un doblete como un ‘hat-trick’. El rubio quiere devolver al Leeds a la Premier 13 años después. Un crack que tardó en adaptarse en Huesca, que no se encontró a gusto con Tevenet y que Anquela, con tiempo, trabajo y paciencia, consiguió sacar a relucir. Quizá el mejor jugador de la historia azulgrana, una leyenda en el club y, por lo pronto, un ídolo en Elland Road, sobre todo de los más pequeños.
“Pronosticó un 1-0 para el derbi”
Una auténtica satisfacción volver a disfrutar de él en vivo y en directo. De su magia. De su fútbol. Del que encandila en Inglaterra y tiene enamorada a la Championship. Los fans no cesan en hacerse fotos y pedirle autógrafos a la salida. Él y su familia se encuentran muy contentos en Leeds y mientras su talento le acompañe, todo le seguirá yendo sobre ruedas. Quedó tiempo para que, apenado tras la derrota, charlásemos un rato; que me explicase que contra el Reading, como tras el duelo que acababa de disputar, terminaron enfadados con el árbitro -me recordó a España-, que el fútbol allí se vive de una forma diferente -son tratados como súper profesionales- e incluso me pronosticó un 1-0 para el derbi. “Con eso ya vale, ¿no?”, me dijo. Le sonreí.
En lo último se equivocó. Acertó el ganador pero no el resultado. Será que no querría que nadie anotase como azulgrana más goles que él ante el Zaragoza, cuyo tanto conseguido en mayo de 2016 rescató un punto para el Huesca.
Y se marchó, con su hija en brazos y su familia esperando. Fue un placer verle de nuevo. Porque, por suerte, no ha cambiado. Sigue siendo el mismo Samu, el que te levanta del asiento, igual de bueno. Nuestro rubio. Un verdadero mago.