ZARAGOZA | El protocolo de una final cala en Zaragoza como una lluvia fina, que puede presidir también el duelo ante el Racing de Ferrol. Será, previsiblemente, la penúltima cita de La Romareda tal y como la conocemos. Y solo la supervivencia en la categoría sirve como esperanza de un futuro mejor. Zaragoza merece más. Siempre sucedió. Pero el rendimiento deportivo no ha estado nunca a la altura de una afición incondicional. No fallará tampoco en la cita más importante de la temporada, con recibimiento incluido.
Ante un panorama complejo, Víctor Fernández debe resolver un rompecabezas en casi cualquier lugar del campo, pero muy especialmente en la media. Allí ha barajado todas las opciones, pero cobra fuerza la posibilidad de que Alejandro Francés adelante su posición. Entre las otras opciones está cubrir ese lugar con dos jugadores específicos: Lucas Terrer y Alberto Vaquero. Ese será su lugar en el futuro, pero Víctor Fernández medita si son los mejores para el presente más inmediato, para una final sin red de seguridad.
La opción de Francés ya fue sondeada en algún tramo de la temporada. Su capacidad para ganar duelos, para defender hacia delante o para ser un jerarca sobre el césped juegan a su favor. Posee además un recurso especial: es capaz de conducir o de saltar líneas de presión a través del pase. Valiente siempre, suele arriesgar en todas las facetas. Y cuando arriesga, gana. Hay otras tesis que juegan en contra de ese movimiento: desplazar a tu mejor futbolista del sitio en el que es mejor no parece la mejor opción.
Lucas Terrer es capaz de darle sentido al juego, de entender el fútbol en espacios reducidos y de expresarse a través del pase. Hay quien le adivina habilidades distintas, una personalidad impropia de su edad y un talento especial para gobernar el juego. Como todas las probabilidades que se le plantean al técnico, también se le intuyen algunos claroscuros. Las lesiones le han privado de regularidad en la temporada y aún no se sabe demasiado bien a qué equipo pertenece a estas alturas Terrer. Sus apariciones en el primer equipo responden a una decisión de Julio Velázquez. Más allá de que su talento esté fuera de toda duda, hay un matiz macabro en esa elección: el segundo entrenador del curso comparte agencia de representación con el canterano.
Alberto Vaquero es, quizá, una opción más segura. El canterano es un mediocampista completo, capaz de destacar en el ida y vuelta. El club prepara desde hace tiempo su irrupción en el primer equipo. Quizá haya llegado el momento de que sea importante, tanto desde el once titular como partiendo desde el banquillo. Autor del gol de su vida ante el Pontevedra, parece en el punto de cocción ideal y es quizá el jugador que el Zaragoza necesita. Su participación solo encuentra una laguna: el golpe que le ha impedido entrenar en la dinámica habitual durante la semana.
Las dudas se agolpan en un partido con tintes de final. La jornada terminará el lunes, pero el Zaragoza tendrá mil ojos en lo que pase esta tarde, con cuatro duelos que pueden marcar su destino. Y tendrá que tener ojos en la sangre para el domingo. No hay excusas para un equipo que acumula decepciones y que espera que el primer gol llegue desde la grada. Ante un jeroglífico en la media, el corazón debe llegar donde no lleguen las piernas.