En este agobiante y moribundo final de temporada el Real Zaragoza encontró un oasis de paz en un partido ante la Ponferradina con más cosas en juego de las que se pensaban.
Sin la presión emocional de semanas atrás el equipo aragonés afrontó su último partido de liga regular con tranquilidad y con su unidad “B”. El Real Zaragoza jugó al fútbol sin titubeos, sin miedos ni fobias ante una tibia Ponferradina que no puso demasiada oposición.
Víctor Fernández permitió el descanso de la mayoría de titulares habituales. Delmás y Francés ocuparon los carriles defensivos, Clemente tuvo otra oportunidad para seguir madurando su juego y Zapater debutó como central. Un irregular Pereira acompañó en ataque a los goleadores Linares y Álex Blanco, que a pesar de sus limitaciones, bien podrían haber rascado mayores oportunidades en este “nuevo fútbol“.
Sin embargo el punto de más interés, al menos personal, recayó en el centro del campo. Daniel Torres, de nuevo efectivo, demostró que oposita a mejor jugador blanquillo post-confinamiento. Un título asequible y de poco valor. Junto a él como interiores Jannick Buyla y Shinji Kagawa. El primero dejó señas de ser un futbolista interesante, aunque se le vio algo perdido para entender el reparto de alturas con el japonés.
Un equipo en torno a “Shinji”
Cuando juega Kagawa se nota. Para bien o para mal, el juego gira a su alrededor. Se convierte en el epicentro del ataque y el que le tiñe el color al partido. Normalmente, de tonos y ritmo bajo. Ese efecto “Isco”, ya que coincide con el malagueño en ese afán de que cada vez que juegan son los más protagonistas. Ante la falta de nivel y jerarquía de sus acompañantes el Real Zaragoza fue el equipo de Kagawa más que nunca en estos últimos meses. Quizá el japonés sea una solución de cara a la primera eliminatoria del play-off (equipos que se cierran) en su enésima oportunidad.
Sin brillantez ni síntomas excesivos de mejoría el Real Zaragoza fue superior a la Ponferradina y cerró su temporada con una victoria en La Romareda. Buena falta hacía desempañar al menos mínimamente este horrendo sprint final y llegar al Play Off con una dinámica más sana. Con el aplazamiento van a ser unas dos semanas de entrenamientos. Mejor hacerlo con la cabeza algo más aliviada.
Los blanquillos se han quedado a solo cuatro puntos del ascenso directo y han cerrado la tabla terceros. Una posición que otorga la clasificación en caso de doble empate en las eliminatorias y que le permite al Real Zaragoza guardarse las espaldas ante cualquier nueva incidencia que pueda pasar con la Covid-19.