“Si no te va bien al baloncesto podrías dedicarte a ser modelo”. Piropazo al canto. Es lo que tiene pasearse una Málaga ‘abarrotá’ a la hora del picoteo. Y es que a Carlitos y sus ojos claros no le dejan tranquilo. Acapara miradas y peticiones leales. Que si foto por aquí, que si beso por allá, que si un autógrafo que llevarme para el recuerdo… Es el chico del momento. La cara conocida del Casademont.
La escena ocurre en la Plaza de la Constitución, el corazón de la Feria de Día, el aguijón de la calle Larios, el centro centro de Málaga. Bullicio por todos los lados. Han llegado los jugadores del Casademont Zaragoza a la Fan Zone de la Copa del Rey. Los móviles van que vuelan de foto en foto. Por ahí aparece Link con su piel de animal de monte para freírse espetado. La paciencia manda y hay que estar agradecido con los aficionados que empiezan a llegar a la capital del baloncesto español. Se ven camisetas del todo tipo, hasta uno luce una de Magee ‘vintage’ y otras de equipos de la Liga Endesa que ni están aquí. Da igual. Esto es una fiesta y para entrar en ella no se necesita invitación.
Por la vieja Málaga
El paseíllo torero continúa por las renombradas calles de la vieja Málaga. ‘Ha sido campo atrás’, ‘La vida puede ser maravillosa’, ‘El Paso 0’… bautizan estos días los aledaños de la catedral ‘manquita’, el museo Thyssen o la plaza de la Merced con su obelisco al republicano Torrijos. Málaga es baloncesto.
Las pisadas en el suelo de Fran Vázquez marcan el camino de la ruta entre las miradas curiosas y los parones sin pausa para reclamar otra instantánea con el base, el alero o el pívot. Quien sea. Dylan Ennis está en su salsa. La sonrisa le llega hasta Marbella. Es un figura. Un ‘showman’, un tío agradecido que sabe de que va esto. Responde a todo el mundo como si fuera su amigo del alma. Y si encima lleva una camiseta del Andorra que se pare el planeta. ‘We miss you, bro’, le espetan unos del ‘Mai por’.
Próxima parada… Pimpi. Calle Granada. Local mitiquísimo. Marisol, Picasso, Banderas y el Pimpi. Málaga Pura. Puro Málaga Virgen. Como si fueran los Beatles de Hamburgo, los cinco magníficos cogen tiza y grafitean un mensaje para la posteridad en el ‘culo’ de un barril de dulzura malagueña. “Para nuestros amigos del Pimpi de Zaragoza”. “No me podía imaginar que un día iba a hacer esto”, asiente Carlos, amable hasta el infinito con todo aquel que le pide cualquier cosa. Su educación desvela razones poderosas de su éxito.
Sigue el jaleo. Sol de veranito en la Costa del Sol, obvio. Los turistas guiris miran con ojos de paella a Hlinason, más eterno que nadie e igual de blanquecino que muchos. Se torean las mesas de terraza en terraza donde reposan sedientas cañas y raciones de rosada y adobo de pintarrana.
Se identifican camisetas entre los comensales. Del Baskonia hay una ‘pechá’, del Iberostar un ‘puñao’, una ‘mijilla’ del Madrid y del Barcelona y contadas ‘royas’ del Casademont. La Marea tenía prevista su descarga por la tarde, en trenes, autobuses y el ‘chárter’ que había fletado el club. Que el hotel de los equipos esté en Torremolinos, unos kilómetros y unas autopistas más allá no ayuda a la mezcolanza, ni ha gustado a los empresarios de la capital. Veremos qué pasa por la noche.
Los ‘cinco’ de Casademont
Los ‘cinco’ tuercen la esquina y se acabó… Los ‘chaveas’ malagueños se lanzan a su cuello bolígrafo en mano. Parece que hayan abierto los colegios y soltado a la marabunta. En la calle Alcazabilla, frente a la Alcazaba mora y el teatro romano, les asaltan una horda en plena pubertad alterada. ‘Viva Unicaja’ empiezan a gritarles a la cara. Más por desconocimiento que por tortura, sin saber seguro que estos serán los que quieren aplazar sus sueños cajistas. ‘Sí, claro’, Carlos, el modelo, vuelve a traer cola y es el más perseguido. Siempre educado.
Javi y Hlinason se escapan. Llegan a un tenderete montado por un patrocinador de la Liga y se ponen a tirar a unas minicanastas a las que el islandés llegaría estirando un poco más el brazo. Se pican en ver quién encesta más. Este es uno de los tenderetes en los que se aglutinan, baloncesto, diversión y publicidad.
La organización los agrupa para hacerles una nueva foto junto a un balón gigantesco que preside la Fan Zone. Voluntarios y curiosos revolotean entre los gigantes. Como Nieves, una malagueña de antepasados jacetanos que dice tener el corazón dividido porque es familia de la ‘mañica’ Bea Bollullo (Casablanca, Antiguo Boscos…). “Podría haber sido la final”, afirma con verbo fácil.
En una jaula encanastada juegan los niños del Puerta Oscura, un club humilde del barrio de Miraflores. Gritan y gritan para seguir gritando. Enloquecidos en su baño de hormonas. Ya llevan en la cartera el autógrafo de Javi y Vit, esos que hace nada cumplían el rol inverso. “Cuando el Madrid venía a Zaragoza iba al hotel para que me firmara Llull”, reconoce Javi García. “En un campus en República Checa vino un jugador NBA, Jiri Zidek. Aún tengo la zapatilla donde me firmó”, afirma Krejci.
Los voluntarios les alejan del peligro. Enfilan el camino de la Alameda pasando por los portones de las cofradías de la Semana Santa malagueña. Su penitencia ha acabado. Es la Copa. Es un evento especial y hay que cumplir con la promoción. Y los ´cinco’ de Zaragoza lo han hecho con una sonrisa. Encantados y encantadores.