El Real Zaragoza mejoró ante el Málaga en un contexto muy concreto. Con un futbolista más desde el minuto 14 de juego, encontró las oportunidades con relativa facilidad. Falló en el cierre de las ocasiones, hasta hacer que el portero del colista pareciera el mejor de toda la jornada. La vía para abrir el partido no llegó por fuera, al menos con los jugadores que ocupan su lugar a banda natural. Los centros más peligrosos partieron de Mollejo o Bermejo, más habituados al pasillo interior, y buscaron siempre la insistencia de Giuliano Simeone.
En las bandas, el Zaragoza se ahoga con relativa facilidad. En el diseño de la plantilla se esperaba que Fran Gámez o Gaizka Larrazabal dieran más recursos al Zaragoza por los costados. El primero ha perdido profundidad y peso en la plantilla. Si en el curso pasado fue el mejor asistente, en este Gámez no suele ganar la línea de fondo y sus centros no encuentran rematador. Frente al Málaga ninguno de sus dos servicios acabó con finalización.
Gaizka Larrazabal fue el relevo en el partido, pero el vasco nunca es capaz de aprovechar sus momentos en la temporada. Ante un rival disminuido, no llegó a profundizar y se conformó con centrar desde cualquier parte. Y lo hizo, de nuevo, para nadie. De sus 9 intentos solo uno de ellos fue rematado. En el curso, el vasco solo ha encontrado dos puntos de lucidez: su arrancada frente al Villarreal B y su partido en Tenerife. El resto de sus actuaciones han sido siempre tan discretas como confusas.
Marcos Luna y Ángel López, soluciones en las bandas del Real Zaragoza
Fran Escribá ha heredado las apuestas de Carcedo en el perfil diestro y la de Miguel Torrecilla en el izquierdo. Gabriel Fuentes es indiscutible en ese lugar, pero al lado de Pep Chavarría parece siempre un parche de última hora. Ninguno de los dos técnicos ha confiado de manera real en las alternativas: ni Carlos Nieto ni Dani Lasure tienen demasiadas opciones de disputarle el puesto.
En el otro costado, la apuesta por Marcos Luna se retrasa de un modo inexplicable. Con 19 años, su zancada es mucho más que una promesa. Veloz, comprometido, atrevido en ataque y riguroso en defensa, el curso pasado era capaz de ganarle duelos a un mundialista como Balde. Ahora, mira los partidos desde la banda y piensa en secreto que puede mejorar a los que ocupan su puesto.
Mientras tanto, a 125 kilómetros de distancia, Ángel López está cedido en el Calahorra. El canterano muestra todas sus virtudes en el club riojano: un derroche físico sin demasiados precedentes. El duelo ante el Atlético Baleares sirve como ejemplo: el pasado domingo fue el mejor futbolista sobre el campo. Ángel López parece forjado por mil armaduras: es insistente, entusiasta y juega con el corazón en la mano. Su contrato vence el curso que viene y se sospecha que el Zaragoza no hará demasiados esfuerzos por retenerle. Si se cumple esa premisa, será otra gran derrota para sus formadores: Ángel López nunca ha tenido la ocasión de mostrar todas sus cualidades en el primer equipo.
La solución al problema en el lateral vuelve a pasar por La Ciudad Deportiva. La respuesta parece simple: la cantera debería ser mucho más que un buen eslogan.