Nos han robado y somos deportistas. Practicantes o espectadores, pero de corazón, deportistas. Y esto es un robo arbitral. Adiós al premio de ciclismo de San Lorenzo. Adiós a algún partido de pretemporada de nuestro Huesca (esperemos en Primera). Adiós a los conciertos. Adiós a tantas cosas que llevan consigo las fiestas. Y no es justo. Nos están robando la ilusión, las ganas, el reencuentro con los amigos de fuera, las cenas bien rodeado y sin hora. Los bailes. Las jotas. Y a todos los hosteleros, músicos, iluminadores, seguridad, limpieza posterior, a tanta gente, les han robado además de lo dicho, buena parte de los ingresos del año.
Pero es más fácil que organizar unas fiestas alternativas con aforos limitados con muchas más actividades para evitar aglomeraciones, con toros (igual que en Madrid hace nada) , y tantas cosas. Pero no. No a todo y a todos. Por supuesto, no a la iniciativa privada ansiosa de recuperar el pulso a su actividad.
Estoy furioso.
Escondidos en la pandemia no a San Lorenzo y barra libre a las Fallas 20 días después. ¿Estamos locos? Y señalo con mi dedo acusador a los árbitros de todo esto: los políticos. Desde el Sr Lamban hasta el último político del rango que sea que no ha evitado esta tropelía. El año pasado, con todo el verano abierto, ya era rara la suspensión. Pero este año con las vacunas presentes (y con muchas sin poner por cobardía o intereses que se me escapan -AstraZeneca-), se podían haber intentado. Claro que sí. Hubiese sido muy laborioso, claro, e implicaba asumir riesgos: el riesgo de alzar la cabeza con orgullo, y gritar viva Huesca y viva San Lorenzo frente al discurso oficial dominante.
En Málaga habrá en esas fechas un festival internacional de música que reúne cada noche cientos sino miles de espectadores. En otros lugares se podrá ir al baloncesto, al balonmano y demás. ¿Tendremos que ir a Madrid el año siguiente a celebrar nuestras fiestas patronales? Así parece…