El Real Zaragoza vivió una noche de épica, de unión con su afición y de salvación. La victoria ante el Sporting de Gijón deja muchas lecturas. La primera de ellas, el sabor agridulce de haber conseguido un objetivo muy lejano del que se planteó a comienzos de campaña y muy diferente de lo que deberían ser las metas del Real Zaragoza.
El papel de la afición siempre con los suyos, atenta y sufridora, es un claro ejemplo del amor por unos colores que pocas veces se ve en un estadio donde las cosas no van como deberían. El perdón a Álvaro Vázquez fue otro momento importante de la noche. El delantero optó por trabajar y cumplir. La afición se lo supo reconocer.
Y por último, el triunfo ante el Sporting deja el clamor de una grada hacia la máxima figura que ha pasado por banquillo zaragocista: Víctor Fernández. Ha cumplido su objetivo pero lo ha hecho sufriendo, como cualquier otro zaragocista, y más ante el Sporting. El propio Víctor confesó tras el encuentro que había sido un partido muy difícil como entrenador.
Tablas en la primera mitad
Tácticamente el Real Zaragoza comenzó el partido con un 4-1-4-1 en el que Ros actúo como pivote único, Pombo regresó a la titularidad en banda y Álvaro Vázquez arrebató la referencia atacante a Marc Gual. Mientras, Álex Muñoz acompañaba a Guitián en el centro de la defensa en detrimento de Verdasca.
El partido comenzó con un juego a ráfagas en el que fue el Sporting el primero que se benefició con un gol de Lod en el minuto 8. El Real Zaragoza reaccionó bien. Tras muchas jornadas viéndose por detrás en el marcador, los blanquillos han aprendido a remar contracorriente.
El Real Zaragoza comenzó a tener más posesión y jugadores como Pombo o Ros intentaron igualar el marcador. Sin embargo, los errores puntuales en defensa volvían a ser la tónica en los blanquillos. Muñoz protagonizaba las jugadas en las que más peligro creó el Sporting. Al filo del descanso, Vázquez hacía el 1 a 1 para que todo volviese a comenzar de cero tras el paso por vestuarios.
Papu abre el camino
En la segunda mitad, se reeditó el guión inicial. De nuevo, Lod le hacía un roto a la defensa del Real Zaragoza para adelantar al Sporting de Gijón. Aquí, los blanquillos ya no se repusieron con tanta facilidad. Dos mazazos tan seguidos parecían demasiado para el equipo. Víctor tiró de carácter y experiencia para mover banquillo.
Papu entró por Pombo en el minuto 63. Fue llegar y besar el santo. Nada más pisar el área, el georgiano hizo, tras la salida de un córner, el empate a dos. Un gol que comenzaba a oler a remontada. Así lo sintió la grada de La Romareda y así se lo comenzó a transmitir a su equipo. El Real Zaragoza, con el aliento de sus seguidores, se creció como pocas veces hemos visto esta temporada.
Apenas 10 minutos después, Álvaro Vázquez anotaba el gol que suponía el 3 a 2 y que dejaba la salvación prácticamente asegurada. Tocaba mantener el resultado. Víctor Fernández dio entrada a Eguaras para pasar a jugar con un doble pivote y contener los posibles avances del Sporting de Gijón en el centro del campo. Con un 4-2-3-1, la defensa del Real Zaragoza estuvo más arropada y las conexiones con la segunda línea siguieron funcionando.
Ya en el tiempo de descuento, Víctor retiró a Álvaro para que los aplausos de la grada escenificarán la reconciliación entre futbolista y afición. En su lugar entró Marc Gual que aún tuvo tiempo de hacer el 4 a 2. Una victoria con autoridad, con fútbol y con inteligencia desde el banquillo. Un partido bien trabajado en lo deportivo y en lo anímico. Ha costado muchas jornadas lograrlo. Ahora, toca mantenerlo con un clamor muy claro desde la grada: ¡Víctor, quédate!