En las últimas jornadas, la SD Huesca no se ha desarrollado en ataque como le gustaría. David López y Alexander se han alternado la titularidad tras la lesión de un Vadillo que, disponible, no logra ser el que ha sido.
Dice la teoría del fútbol que, en lo que atañe a una temporada, lo que más le cuesta a cualquier conjunto es arrancar. El Huesca no es una excepción, pero sí parece que en estas fechas, a pesar de ir consiguiendo más que buenos resultados, el equipo tiene fisuras. Fisuras que no desenvocan en derrotas o en la pérdida de una identidad que ha llevado a los azulgrana a poder soñar con el ascenso a Primera División, sino en la sensación que hay piezas que no terminan de encajar como deberían; jugadores que le impiden al equipo tener esa necesaria colaridad para terminar consiguiendo algo grande.
Todo se empezó a torcer frente al Mallorca. Álvaro Vadillo caía lesionado y, desde entonces, y a pesar de llevar más de un mes disponible, no ha vuelto a ser titular. Sus sustituos: primero, David López. Anquela apostó por el vasco para la banda izquierda en los 4 partidos siguientes, ante Mirandés, Getafe, Reus y Cádiz. Con el ’23’, el Huesca ganó asociación pero perdió ritmo y profundidad.
Y segundo, Alexander, por el que se decantó Anquela en una rueda de prensa. El venezolano, que ya había sido elegido por Vadillo (sancionado) semanas antes para enfrenterse al Valladolid, partió de inicio contra Oviedo, Rayo Vallecano y Girona, en el último encuentro disputado hasta la fecha. Con el ’19’, el Huesca obtuvo mayor calidad defensiva en cuanto al cierre de espacios interiores sin balón y al sacrificio general pero cedió en calidad. Los azulgrana no lograban tener claridad en el carril derecho a la hora de atacar.
Las entradas tanto de David López como de Alexander trasnformaban no solo al equipo, sino también a un jugador en particular: Ferreiro. Con el vasco, y del mismo modo que con Vadillo sobre el campo en la mayoría de las ocasiones, el ‘7’ jugaba en derecha, mientras que con el venezolano, Ferreiro lo hace en izquierda. El rendimiento del gallego no se ve menguado por la banda que ocupe, pero un futbolista de máxima importancia en ataque como Akapo agradece su compañía.
Ya sea con Vadillo, David López o Alexander, el Huesca no había caído, hasta Girona. Se ha mostrado siempre como el mismo equipo a la hora de estar sin balón pero donde de verdad se ha visto mermado ha sido en la faceta ofensiva, y no en cuanto a goles anotados, sino en cuanto a sensaciones, aquellas que te acercan o te alejan de la victoria. Fundamental en la primera vuelta, el gaditano, tras la lesión, volvió a tener minutos entrando desde el banquillo frente a Cádiz, Oviedo, Rayo y Girona pero nunca ha dado la sensación de ser el mismo.
Ahora, en una parte tan importante de la temporada como es la recta final, donde el Huesca, con el objetivo de la permanencia cumplido hace semanas, se “juega” el sueño del ascenso, es clave recuperar el dinamismo, la frescura y el desequilibrio en una banda que se encuentra estática, lenta e imprecisa; un costado que está siendo todo lo contrario a lo que ha llegado a ser y donde hasta, quizá, podría actuar y no desentonar el actual ‘9’, Vinícius, dejando su sitio al verdadero ‘9’, Borja Lázaro.
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