ZARAGOZA | El FC Barcelona venció de forma contundente en la final de La Copa del Rey, en un partido que sirvió para desarmar por completo a un club en plena crisis. Ni siquiera la mayor esperanza de la estructura, capaz de obrar el milagro en toda la competición, pudo igualar las fuerzas del Barcelona en el día más grande. No hubo color en la final por el título en Extremadura, con un Barça firme, que marcó el paso desde el inicio. Sus primeros golpes fueron letales y tuvieron a Juan Hernández, turolense y con pasado en la cantera del Real Zaragoza, como protagonista. Fue el autor intelectual y material de un triunfo que duele, abultado en el resultado y en las formas.
El partido abrió en canal el corazón de los zaragocistas, maltrecho por el momento más crítico del primer equipo, hundido también en el ánimo, que recibió una estocada definitiva. El FC Barcelona dominó el balón y los tiempos, llevó a la práctica su filosofía de siempre. Al Zaragoza desde muy pronto le funcionó la cabeza más rápido que las piernas, cansadas tras el ejercicio de resistencia del miércoles.
El primer tramo culé puso la final en un imposible. El FC Barcelona salió en tromba, a finiquitarlo desde el inicio, y encontró la clave en un futbolista distinto, curtido en los campos de la Ciudad Deportiva. Juan Hernández fue la llave de todas las cosas, el mejor jugador del partido. Metido en la cabeza de los futbolistas del Zaragoza, lo sentenció a través del talento y la pegada, con Pradas y Hugo Alba guardándole la espalda.
Ante el escenario más difícil de todos, el Zaragoza buscó el balón para nivelar fuerzas. Menos dominador que en ningún partido, Garcés rompió el trivote inicial con la entrada de Sesé antes del descanso. La reacción no llegó, aunque encontró en Cantero una amenaza a la que agarrarse. El extremo buscó un socio, un compañero con el que trazar las mejores jugadas, aunque nunca obtuvo respuesta.
El Real Zaragoza DHJ, en la lona
Tras el intermedio se mantuvo el guion, culé de principio a fin. Juan Hernández aprovechó una laguna en el costado derecho para elevar a un escalón superior su partido. El turolense marcó el cuarto con un disparo ajustado al palo corto, imposible para Berrar. Sin señales del Zaragoza, el FC Barcelona manejó el balón, de lado a lado, mientras el juvenil persiguió sombras.
Dorada y prometedora, la generación que viene de la Masía ya ha presentado a sus primeros exponentes: Cubarsí y Yamal, aun en edad de disputar este partido. Pero no serán los únicos. El FC Barcelona borró del mapa a Palacio y Tobajas con una facilidad insultante, como si no costara. Carentes de balón, el Zaragoza apenas pudo hilvanar jugadas, enlazar secuencias de pase.
Quedó tiempo para el doblete de Hugo Alba y para el reconocimiento a los menos habituales, en un partido sin historia, en una derrota inapelable. El Zaragoza lo intentó hasta al final, con Cantero en el centro de la escena, aunque fue incapaz y terminó capitulando.
Su reconocimiento no llegó en forma de trofeo, pero sí a través del cariño del zaragocismo. En su camino hacia la final quedaron tres canteras de renombre, tres triunfos que fueron más que eso: un elemento unificador.