Imagino a los primeros colonos momentos antes de subirse al galeón que habría de hacerles atravesar el océano para avistar el nuevo mundo. Seguro que no perderían detalle del aspecto del barco. Al menos yo, en su lugar, creo que habría mirado con detenimiento el casco, el palo mayor, las velas, los cañones, el cargamento de provisiones y agua… o incluso, la imagen del mascarón de proa por si en un momento de desesperación hubiera que encomendarse a alguien.
El sábado en Ponferrada, la SD Huesca volvió a desaprovechar una gran oportunidad para ganar a domicilio y colocarse en los puestos de privilegio de la clasificación, presentando credenciales para las plazas de ascenso directo. El equipo volvió a a mostrar esa cara de equipo poco fiable a la que nos tiene desafortunadamente muy familiarizados en los partidos a domicilio.
Van quedando menos jornadas y las victorias son cada vez más caras. A estas alturas de la competición el equipo debería mostrarse mucho más solvente, hacer gala de un mayor oficio y no dar la sensación de que al mínimo contratiempo, la travesía hacia el nuevo mundo pudiera irse a pique.
La nave de la SD Huesca muestra algunas deficiencias importantes que pueden hacer dudar acerca de su idoneidad para realizar una travesía transoceánica. Parece que la última tormenta dejó alguna grieta en el casco, el palo mayor algo torcido y las velas con algún que otro jirón.
El barco está en el puerto para ser reparado, aunque no dispone de mucho tiempo para zarpar. Las últimas jornadas de navegación se presentan complicadas. Desde luego serán definitivas acerca de la fiabilidad de la nave. Si ha sido reparado con eficiencia estará preparado para mayores aventuras. Si no es así, tendrá que rebajar sus expectativas y ser destinado a otros menesteres como dar paseos fluviales a turistas.
Pablo Pueyo Canalis