Si a los participantes de una marcha cicloturista larga y exigente como es la Quebrantahuesos les preguntaras bajo que condiciones les gustaría disputarla, seguramente retratarían lo que ha sido la jornada de hoy. Una mañana con suaves temperaturas en Sabiñánigo pese a lo temprano de la salida, un ascenso al Somport idéntico y un descenso, siempre temido en su cara norte, sin sensación alguna de frío. Eso sí, el Marie Blanque esperaba con el horno enchufado en sus últimos kilómetros, pero no a alta temperatura.
Estas condiciones han provocado que la prueba tuviera ritmos altos, con menor desgaste de lo que es habitual otros años. Tras el vertiginoso descenso del Marie Blanque el aire ha comenzado a empujar ligeramente a favor camino de Laruns y el eterno Portalet. Este temido puerto, básicamente por sus 29 kilómetros, que suele ser el juez del tiempo que finalmente acaba marcando cada uno, hoy ha mostrado su cara más amable, y también la más atractiva. Viento soplando suave de norte que ayudaba a progresar por sus laderas, temperatura perfecta, sol y un paisaje que se mostraba espectacular a ojos de los sufridos ciclistas.
Quedaba Hoz, el muro de la Quebrantahuesos. También esperando con condiciones amables y sombra, y algo de gravilla aún. Tiene que llegar el día que esa carretera la aborden en serio, lo necesita y se agradecería mucho. El resto aire de cara hasta la meta de Sabiñánigo, quizá el único contratiempo del día. Y la meta, un lugar en el que hoy muchos han visto cumplidos sus objetivos.
En esa meta ha sido el vizcaíno Raúl Portillo quien ha entrado con los brazos en alto, parando su crono en un impresionante 5h 29′ 46″. Por su parte, en féminas ha sido la también vasca Amaia Urkidi, con un tiempo de 6h 15′ 10″.
En la Treparriscos el primero en cruzar la línea de meta ha sido Javier Andicoetxea en 2h 25′ 41″, siendo la primera mujer Irene Montaner con 2h 28′ 12″.
Raúl Portillo, un conductor de autobuses
Ya en meta y recuperado del esfuerzo, el bilbaíno Raúl Portillo declaraba en exclusiva para sporthuesca.com que “había vivido la prueba con emoción y en honor a mi padre, ya fallecido, que solía llegar de los últimos y a él le había prometido ser primero un día”. Sobre lo que ha sido la prueba apuntaba sobre todo que “al principio hay mucha tensión, se va muy rápido hasta Somport”. Este conductor de autobuses entrena duro para la Quebrantahuesos, “acumulando hasta 20 horas semanales en las últimos semanas”. Un prodigio físico que ha logrado un merecido premio para él y para los suyos.
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