Les confieso que todavía me voy pellizcando por si es verdad, pero parece ser que sí. Hubo que esperar 3 meses y medio pero por fin la gente se fue a casa con una sonrisa de verdad. La de cómo lo hemos merecido pero volvimos a no ganar, esa, ya estaba muy vista, muy repetida, pero no por eso nos dejaba de sobrevolar.
De hecho, se me puso cuando el Betis transformó el penalti en el inicio de la segunda parte: me dije a mí mismo, otra vez igual, otra vez el hit de Camilo Sesto “…siempre se repite la misma historia…”
Pero esta vez no: el Huesca dejó de girar como una noria porque al trabajo y las ganas de siempre, le puso la pizca de acierto que le viene lastrando y faltando desde el inicio de la Liga. Esa misma que no le permitió a Cucho empatar en la jugada posterior al 0-1 y que todavía me sigo preguntando cómo no fue gol.
Hablando de Cucho: yo no es que quiera entrar en temas arbitrales porque ni soy entendido, ni mi condición me permite opinar mucho, pero me resulta sorprendente que dos contactos en el área tan parejos, como el que le cuesta un penalti a Etxeita y el que minutos más tarde recibe Juan Camilo, sean arbitrados e interpretados de formas distintas. Supongo que pasarán los años y seguirán pasando estas cosas, porque en las cosas interpretables, nunca estaremos todos de acuerdo en lo mismo. Supongo que es uno de los peajes de estar en la mejor Liga del mundo, aunque algún lumbreras la bautizara en verano como “la Liga de los sparrings.”
La victoria es un bálsamo para todos: para quienes les contamos la actualidad, porque es difícil y cansa contar siempre lo mismo, lo que ven ustedes, poca pegada, poco acierto, demasiados goles encajados…, en fin, ya saben a qué me refiero. Es un bálsamo para un tío incansable que ha tenido que esperar 10 partidos para poder sonreír de verdad; Francisco, que nos dure y que se quede mucho tiempo, me entusiasma casi tanto como al presidente. Es un bálsamo para los jugadores, para casi todos, para los que están en la onda de la lucha y de dejarlo todo, para los que estaban el año pasado con los muy honrosos refuerzos de Etxeita, Miramón y Rivera. Para esos que como yo se cansaban de no saber qué decir, esta victoria se la merecen y mucho.
Es un bálsamo también para los fieles incansables que fueron nuevamente a El Alcoraz: se lo merecen por su tesón, por su ánimo, por sus ganas y por mantener la ilusión sin un solo reproche, y motivos no les faltarían para, al menos, expresar su disconformidad con algunas cosas.
Por cierto, la gente ayer aguantó con 0 grados, a las 10 de la noche, y el presidente de la federación no comentó nada al respecto por twitter. Debe ser que solo hay que hablar cuando la gente pasa calor. El frío supongo yo que debe ir intrínseco en el ser humano. Y otra vez, por cierto, el partido se jugó y se programó a las 20.45, y es que en Huesca debemos ser los únicos pringados de España que no tienen derecho a cenar en casa y en familia para esperar a los Reyes Magos, y eso que el Huesca es de Tebas, o al menos eso dicen. Esos trolls andan escondidos ahora.
Permítanme acabar con esto: la afición está en su sitio, animando, apoyando y creyendo aun teniendo motivos para estar a disgusto con la gran mayoría de las incorporaciones. Los jugadores, los involucrados, lo dan todo en el campo, eso se nota y aunque no les luzca en puntos y goles hay que reprocharles poco. Es una pena que quienes debieran dar ejemplo de lo mismo y son la tercera pata del taburete, intenten escurrir sus responsabilidades. Porque cuando les interesa son valientes, dan nombres y apellidos. Cuando no procede, utilizan la ironía, el desviar la atención y el regate verbal, todo para eludir su responsabilidad. Yo soy más valiente y prefiero, desde mi humilde opinión, decir las cosas con nombres y apellidos.
Por eso me dio pena leer una entrevista con el presidente azulgrana en Diario del AltoAragón donde utilizaba la tercera persona del plural para hablar de la errónea decisión de apostar por Leo Franco. Curiosamente, cuando llegó el éxito con Rubi, la tercera persona del plural no aparecía, pero sí la primera. El presidente es la máxima autoridad del club y tiene a mi juicio la misma cuota de responsabilidad en el éxito, que lo ha habido y mucho, y en el desacierto, que también lo está habiendo. Y lo lógico no es capear el temporal de la responsabilidad cuando hay tormenta y sonreír al buen tiempo cuando toca.
Si se equivocaron, se equivocaron. Otras veces lo hicieron y corrigieron a tiempo; el resultado es evidente. Y han acertado mucho, y lo he dicho y lo seguiré diciendo, porque intento ser igual en el halago que en la crítica, aunque lo segundo pretenda tener para algunos más importancia que lo primero.
Pero pequeñeces al margen, que no quería dejar pasar, no hay mejor forma de empezar el año con una sonrisa verdadera en forma de 3 puntos, de victoria y de ilusión, porque aunque sea muy complicado aquí no hay bajada de brazos que valga.