A estas alturas de la película, supongo que habrá poca gente que no esté al día de lo de las albóndigas, pero como sé que algunos lectores no saben de que va el tema, les pongo en contexto rápidamente. El pasado domingo, alguien en redes sociales manifestó que le molestaban los vídeos de celebración del Huesca, que le parecían algo forzado y chabacano. Tras la opinión, (siempre respetable), se despachó a gusto diciendo que los jugadores lo hacían obligados y a disgusto.
Alguien que lo leyó, lo comentó en la red X, diciendo que estaba de acuerdo con eso, y no tardó demasiado, el malagueño Joaquín en leerlo y no se pudo contener, así que respondió: “No sé que decir a esto…: albóndigas.” Y a partir de ahí, el pollo a lo chilindrón, el melocotón con vino, los bombones de La Paca, la trenza de Almudévar o el pastel ruso, están en un segundo plano de la gastronomía oscense, porque ya nadie habla de otra cosa que de las deliciosas albóndigas.
Más allá del revuelo que se ha armado, pues ha pasado una semana y el tema de las albóndigas sigue dando que hablar, cada cuál es digno de opinar lo que quiera, siempre que sea de una forma respetable. Se agradecería que las opiniones fueran solo eso, opiniones, y no incluyeran ciertos comentarios falsos y no sé si malintencionados. Porque si ven ustedes la celebración del 2-1 de Blasco ante el Deportivo, es imposible pensar que los futbolistas estén fastidiados, cansados o molestos por celebrar una victoria, que también tiene delito criticar eso.
Las albóndigas, son otra de las pequeñas cosas que van a sumar en el vestuario azulgrana: unido, sólido, solidario, respetuoso y entregado, y genera una imagen tanto al entorno más cercano como a todo el fútbol español, que la verdadera piña es la plantilla del Huesca y no esa que se ha puesto de moda en cierto supermercado de origen mediterráneo. De una chorrada y lo que es peor, una falsedad, ha salido otra nota de unión entre plantilla y afición, otra forma de crear Huesca y de unir lo que hace un par de temporadas era casi un divorcio seguro.
De fútbol ya ni hablamos, porque ver al Huesca en Granada fue una gozada y sólo necesita ya 41 puntos para el objetivo. Pero como estoy agrandado por el tema albondiguero, y sin ánimo de echar las campanas al vuelo, igual con 40 es suficiente. Ya saben: no olviden poner en su mesa esta semana unas albóndigas y comerlas a la salud de Joaquín y por extensión de un Huesca que ha comenzado como un tiro.
Me gustaría que algún día supiéramos quién se ha llevado tanta pasta del Huesca.