Valentín Vada fue el gran protagonista del Real Zaragoza en un nuevo empate. El argentino recuperó ayer su condición de máximo goleador del equipo y lo hizo tras anotar desde los once metros, en una suerte que al Real Zaragoza se le atraganta con frecuencia. Es una disciplina sencilla y compleja al mismo tiempo: en los penaltis no reinan siempre los mejores jugadores, sino los que están convencidos de que van a marcarlo.
A Vada le sobra personalidad, como mostró en el gol y en todo lo que vino después. El argentino respondió al desafío de Amir Abedzadeh con un gesto que se lamenta en los palcos y se elogia en las gradas. Su tanto sirvió para rescatar a un Zaragoza que caminaba perdido en el partido. Y no llegó producto de una acción puntual, sino de un movimiento estratégico que ni siquiera JIM pudo calcular.
Mediada la segunda mitad, el técnico trasladó a Vada al centro del escenario. Con Eguaras y Zapater fuera del partido, el argentino se colocó en la zona del enganche. Desde ese lugar proyectó las mejores opciones del Real Zaragoza: entendió el desmarque de Narváez, proyectó la carrera de Mesa y midió la intención de Azón. El partido se desordenó, el Zaragoza acumuló atacantes y el caos fue el contexto ideal para el argentino. En su sitio, Valentín fue más Vada que nunca.
El discurso de Valentín Vada
Desde su llegada a Zaragoza, las palabras de Vada no provocan indiferencia. No parece producto de un discurso medido, sino de la naturalidad de un futbolista que dice exactamente lo que el hincha quiere oír. En su presentación, señaló que tenía muchas ganas de estrenarse ante una “grada caliente, llena de historia, que tiene todo para triunfar”. A pocos días del duelo ante el Huesca, brindó por el triunfo del Real Zaragoza cuando nadie más se había atrevido a hacerlo. En el mismo acto, aclaró también que la afición de La Romareda era la mejor para la que había jugado en España. Aunque su intervención más recordada llegó tras el duelo ante el Lugo unos días antes. El argentino recurrió a un clásico de este juego para preparar una cita señalada: “Los derbis no se juegan, se ganan”.
Tras el empate de ayer, Vada no se escondió ante los micrófonos. Su mensaje volvió a ser crítico, directo y visceral: “Hemos hecho una primera parte de mierda. No hemos podido sacar el balón, hemos jugado muy directo y perdíamos siempre la segunda jugada. Después nos volvió a tocar remar, remar y remar (…) No podemos perder toda una parte y más en este estadio y con esta gente. Hay que salir a por los partidos, a ganarlos como hicimos en los últimos treinta minutos”.
En los sesenta primeros, Vada fue cómplice del desastre. Al menos, tanto como cualquiera de los que integraron el once de JIM. En la reacción final, nadie brilló como el argentino. Con todo perdido, vimos su mejor condición: Valentín Vada es un futbolista que juega como un hincha.