Valentín Vada tiene un lugar privilegiado en el plan de Juan Carlos Carcedo, con 7 titularidades en los 8 partidos del curso. Asentado en la zona del enganche, su rendimiento no se ajusta a la confianza del técnico. A Vada siempre le sostuvieron los números, las apariciones puntuales y la sonrisa del gol. También, su fútbol pasional y su corazón de hincha. En este curso disfruta de la continuidad que no tuvo en el pasado, pero ha perdido el factor sorpresa y su lugar en los marcadores. Y Vada, sin eso que le hacía distinto, es un jugador corriente.
Los números de Valentín Vada
El argentino ha jugado 618 minutos en lo que va de curso y ha probado 8 disparos para no marcar. En esa suerte, en la que parecía mejor que el resto de los mediocampistas, hay una condena. Vada ha fallado los goles que antes marcaba con cierta facilidad y no ha podido disfrutar de otro de sus aliados: el punto de penalti (2 de sus 7 tantos del curso pasado llegaron desde los once metros). Titular casi siempre, solo ha podido completar un partido en todo el curso y llegó en la derrota del Zaragoza en Anduva. Esa excepción parece casi circunstancial: Vada mereció el cambio tanto como el resto de sus compañeros.
Su único partido como suplente llegó ante el Lugo, pero Carcedo le eligió para entrar en el descanso. En el resto de los encuentros suele irse pasado el minuto 80 de partido, casi en la última ventana de cambios. Vada, impulsivo en el juego y visceral en las disputas, le ha dado un punto de fiabilidad a sus partidos. Más moderado, afina en el pase (34 por partido) hasta alcanzar el 89% de acierto. Su porcentaje se reduce en campo contrario, donde sin arriesgar en exceso se equivoca mucho más (8 pérdidas de posesión por encuentro). Aunque la mayor diferencia reside en el área: Vada ha perdido tranquilidad ante los porteros (frente a Las Palmas, Ponferradina, Mirandés o Eibar) falló goles que en otro tiempo hubiera cantado.
Vada y el dilema de Carcedo
Vada ofrece tensión competitiva y le pone una emoción especial a los partidos. Sin embargo, a su juego le falta fluidez y un punto de disciplina. Sin imaginación en la línea de tres cuartos, la afición sospecha ya de sus cualidades. Quizá porque en este curso sus errores son mucho más llamativos que sus aciertos. Además, la protección constante de su entrenador destierra del lugar del 10 al jugador con más imaginación del grupo: Sergio Bermejo.
El cuerpo técnico le considera una pieza estratégica mientras Vada pasa desapercibido en los encuentros. El argentino malgasta acciones a balón parado, oportunidades en las áreas y La Romareda pide entre murmullos su cambio. Carcedo ha elegido darle partidos a un futbolista que siempre fue más de momentos.