Hey, tú. Si, tú. Te noto decaído, algo te pasa, siéntate aquí y cuéntamelo. Soy todo oídos, cobijo de tus frustraciones, tu más fiel aliado. Aquí has vivido tardes de gloria. Acércate, no tengas miedo, hay algo que te quiero contar. Pero primero toma asiento y respira, mira mi lema, escucha mi latido, ésta es tu casa, aquí somos felices, no tengas miedo. Soy yo; sí, yo. Bienvenido a mi hogar, te estaba esperando: soy El Alcoraz.
No me gusta verte así. ¿Dónde has estado? ¿Qué te ha pasado? Aquí siempre te he cuidado. No sufras, ahora estamos juntos de nuevo. El lunes tendré como siempre todo preparado, te abriré mis puertas, vestiré mis mejores galas. Por eso, necesito que vengas preparado; quiero que me prometas una cosa: que dejarás el pesimismo a un lado. Pero acércate, es importante, no me gusta verte sufrir, necesito que seas el mismo de siempre, sé que las dudas te han acechado. Por eso, escucha atentamente lo que tengo que decirte.
Aquí has forjado tus sueños, has cimentado tu creencia, has sido feliz, has visto olas, aplausos, goles, jugadas extraordinarias, remontadas, incluso derrotas que te ayudaron. Sé que has pasado frío, algún día te has mojado, sé que el aire te ha molestado, pero ambos sabemos que ha merecido la pena.
Me falta afinar tu comodidad, pero poco a poco lo voy a ir consiguiendo. Dame tiempo, nos queda muy poco, estamos muy cerca, pero necesito que vengas. Sin ti estoy perdido, tu sola presencia me saca una sonrisa. Es importante que recuerdes lo libre que aquí te has sentido, las ilusiones que has generado, el aliento que has derrochado y la cara de felicidad que has tenido cada vez que me has visitado.
Hace mucho que no me cantas a capela. Hace tiempo que no me vistes dándome colorido. Creo ha llegado el momento. Dime, pídeme, de veras quiero ayudarte. ¿Qué necesitas? Nos visita un grande, de los más grandes, de los que tantas y tantas veces soñaste que viniera. Sé que sabrás recibirle, siempre has sido un señor, pero ahora soy yo el que pide que rujas, que hagas temblar mis cimientos, que me erices la piel con tu aliento. Necesito verte de nuevo sonreír. Juntos hemos crecido y juntos también hemos aprendido. Hemos pasado tardes de triunfo, desde la prudencia, sabiendo quiénes somos y de dónde hemos venido. Allí radica toda nuestra fuerza, en la humildad, en el trabajo, en el sacrificio de saber que nadie nos ha regalado todo lo conseguido. Queda solo un paso y necesito que lo des a mi lado.
Ven, quiero decirte una última cosa, pero esta vez al oído. No vengas a verme por mí, hazlo por todos los que componen el equipo, por esos veintitantos futbolistas que se están dejando la piel por regalarte el mejor de los sueños. Pero sobre todo hazlo por ti, por todo lo que has sufrido, por aguantar días y días en el olvido.
Por esas estrellas que brillan en el cielo y a buen seguro estarán asistiendo con orgullo a este momento único. No sé si mañana volveremos a vernos, así que aprovecha, anima y disfruta. Observa mis canas, acaricia mi rostro, abraza mi alma. Sé que estoy siendo egoísta pero te necesito. Y ahora, vuelve a mirar por última vez la pared donde reza nuestro lema y nunca lo olvides: aquí no se rebla. Espera, no cierres la puerta y dame un abrazo. Muchas gracias por haber venido. Muchas gracias por las citas que nos quedan.