La consecución del objetivo marcado al inicio de temporada, no sólo no ha calmado las ansias del Huesca, sino que le ha dado alas para volar mucho más alto y pelear por algo que en el mes de agosto nos hubiera sonado a fanfarronada: pelear por el ‘playoff’ de ascenso.
No soy muy bueno haciendo cuentas ni vaticinando resultados, más aún con lo que queda y con la igualdad que hay en la Liga, donde puedes perder con un equipo que pelea por salvarse o darle un meneo a uno de los mejor clasificados.
Por eso, porque soy incapaz de predecir si el Huesca peleará o no por ascender, sí me encuentro en posición de afirmar que el Huesca ya ha ascendido en otras labores.
El ascenso más importante, es que el club ha conseguido nuevamente el respaldo de la afición, de la ciudad y de la provincia.
Tras el ascenso en 2008, el fervor fue grande entre todos, pero los resultados y el desgaste que factores externos a los deportivos provocaron en el entorno, hizo que casi la mitad de los socios le dieran la espalda al club.
Poco a poco, a base de trabajo y resultados en las últimas campañas, los que abandonaron en aquella ocasión fueron despertando del letargo, y ya son muy pocos los que siguen sin acudir a El Alcoraz de forma continuada o intermitente. En este lapso de tiempo, el Huesca ha sabido enganchar a una generación de gente joven que se ilusiona con disfrutar de algo grande. Que vuelvan los tiempos de bonanza, de entradas que rozan o sobrepasan los 4000 asistentes al coliseo azulgrana es mérito del club, que dentro y fuera del campo está convenciendo a todos.
“Ascender en consideración y respeto, tampoco es moco de pavo”
El Huesca había conseguido ser respetado en los despachos y en la Liga por trabajar bien, por no tener deudas ni cuentas pendientes con nadie y por ser modélico en lo que se refiere a la economía, pero a eso, se le está sumando esta temporada el respeto sobre el césped.
Porque toda la Segunda División sabe lo que supone Samu Sáiz para el Huesca, están redescubriendo a Vadillo y se sorprenden con Melero y Aguilera. El Huesca ha pasado de un equipo peleón y complicado, a uno de los huesos duros de verdad, y eso, por algo será.
Y aunque parezca menos importante, ascender en paz, en tranquilidad, en olvidar los fantasmas y en controlar todo lo que se mueve alrededor del entorno azulgrana, también ayuda. Porque paz llama a paz, silencio llama a silencio, y aleja las marejadas, las provocaciones y los malos entendidos.
El Huesca está sabiendo capear ese temporal y comienza a darse cuenta que los enemigos, si los tiene, no viven cerca, y solamente pretenden sumar y remar en la misma dirección.
Y tras todo esto, un cielo azul en el horizonte más cercano, una alegría en cada partido y un sueño que por momentos se acerca. Abróchense los cinturones que esto va a despegar.