ZARAGOZA | El Real Zaragoza acumula jornadas sin goles y días sin victorias. El miedo asoma y persigue los talones de un equipo triste, que cree ver síntomas de mejora en pequeños espasmos vitales. Ha cambiado el modelo, su intención, pero se estrella en los metros de la verdad. Allí, como anunció Víctor Fernández, el equipo está para sufrir y nunca para disfrutar.
El técnico asumió su cuarta aventura en La Romareda por una cuestión simple. No es ya un técnico de fútbol, pero sí entrenador del Real Zaragoza. Probablemente nunca dejará de serlo. Juan Carlos Cordero, que rechazó su contratación en noviembre, le vio hace poco como la mejor coartada. También Raúl Sanllehí, que sitúa a sus chivos expiatorios en el banquillo. Esta vez, la maniobra ya no distrae a nadie. Y si el fútbol le sigue dando la espalda al Zaragoza, las protestas irán hacia el palco o el césped, pero casi nunca a los banquillos.
La plantilla, que fue prometedora en verano, tiene en primavera el sello de las decepciones, la marca del fracaso. Da igual si se salva la temporada, si los miedos que ahora se anuncian, llegan a disiparse. La derrota ya es un hecho y se escribe en un club que nunca podrá celebrar la permanencia en esta categoría. Ahora, la lucha está clara: la pura supervivencia. Y hoy no está resuelta. Mientras tanto conviene resolver en el camino cómo de hondo es el pozo y el tamaño de la caída.
Restan diez jornadas y el grupo debe encontrar los goles perdidos, en un club cegado por el pasado, que busca a Víctor Fernández como el obrador de todos sus milagros. Su regreso es un salto sin red, una batalla personal. Víctor quiere saldar una deuda del pasado. No hay dudas de que puede reunir a la afición, que puede provocar un ambiente inigualable en la categoría. Las sombras se centran en si puede sacarle partido a una plantilla que ha mostrado sus vergüenzas desde que dejó de ganar en septiembre.
En su presentación, a Víctor Fernández le venció la emoción. Todo partió de una indiscreción de Raúl Sanllehí, que le dejó desnudo, sin otra respuesta que las lágrimas. Tampoco colaboró Juan Carlos Cordero, que eligió ese día para hacer una broma de mal gusto. Después de que Víctor Fernández se hubiera retirado dos veces de la sala de prensa, Cordero planeó su obra maestra: “¿Te abro otra vez la puerta?”. Víctor, algo incómodo, sonrió. Muchos pensaron entonces que será Cordero el primero en irse. Y que tarde o temprano el fútbol le hará cerrar esa puerta. Por fuera.
creo que Cordero es un factor más bien tóxico que oxigenante. No creo que haya aportado nada especial al equipo y a las pruebas me remito. creo que al Real Zaragoza no le hace falta esa figura en el organigrama técnico
Víctor es más que un entrenador: honesto, valiente y capaz. estoy convencido de que va a mantener al equipo en esta categoría, una vez conseguido, hay que plantearse si se quiere vivir de inquilino en 2a. o bien queremos vivir en un entorno residencial porque de ser así el 90% de la actual plantilla no debe seguir en la misma. el fútbol es un estado de animo (si):pero también algo más y en el Real Zaragoza, mucho más..