ZARAGOZA | Víctor Fernández acudió a su última rueda de prensa de la temporada. Elogió a una afición incondicional, que aplazó las protestas en post del homenaje a uno de sus fondos. “La Romareda siempre será mi estadio”, era el lema de la previa, en una obra que solo José Antonio Bernal podía hacer. Las respuestas al acabar el partido solo están al alcance de Víctor Fernández.
El técnico le puso palabras a la temporada, también una guía para el renacer del grupo: “Los únicos triunfadores hoy han sido nuestros aficionados. Su fiesta ha sido espectacular, ante unos protagonistas que no hemos dado todo lo que se merecen. El partido deja muchas cosas que van a ayudar en el futuro”.
En sus citas también hubo un recuerdo muy especial a un sector de la grada que representa a los sueños más juveniles, una huella de historia y de nostalgia: “Ha sido precioso el homenaje a un pedazo de ilusiones, de magia y de todos los sueños que hemos vivido en este campo. Se me va una parte de mi vida. Esperemos que lo que vamos a construir ahora nos dé más alegrías”.
El club se aferra de nuevo a Víctor Fernández, que repasó los últimos tropiezos en busca de un salto hacia la ilusión. El tercer año en el alambre es ya un aviso. Urge una reflexión y la construcción de una estrategia distinta. Al técnico no le extraña que tenga que renunciar a sus vacaciones, a cambio de un futuro mejor: “Estoy muy ilusionado. Nos queda mucho trabajo para construir unos cimientos sólidos, desde la humildad y la autocrítica. Tenemos que preparar un equipo que dé más cosas. Hay que construir las bases de un equipo que esté a la altura de la afición”.