Anquela, los jugadores y un balón. Cómo, quiénes y con qué. Tres factores para un mismo objetivo: sonreír… de nuevo.
Aturdidos, como cuando un explosivo estalla a escasos metros. Presentes, pero ajenos a lo que ocurre, sin respuesta a lo que sucede en su espacio-tiempo. Incapaces de reaccionar a lo sufrido o de detener el contratiempo que se avecina. Conscientes de todo ello e impotentes cual inhábil estatua. Idos. Sin respuesta.
Esto le ocurre al Huesca cuando encaja. Anquela no reacciona (o lo hace mal), los jugadores se pierden y desconfían de ellos mismos y el balón se torna invisible. El pase que antes se producía y era recibido con la máxima precisión, ahora se queda corto o traspasa la línea. El tiro que antes acariciaba la red, ahora se topa con el meta o rehúye la palabra “gol”. Y la parada que antes era segura, que no se escapaba, que impedía al rival una segunda oportunidad, ahora no quiere quedarse, rechaza órdenes y se vuelve en contra.
‘Stop’. Hasta aquí. El Huesca ha tocado fondo, pero ya ni sanciones, lesiones o condiciones meteorológicas podrán prolongar el desastre. Toca volver a empezar. Que jueguen los que deben, como deben y para lo que deben. En definitiva, que vuelva el fútbol. Que vuelva el Huesca. Un sistema acorde con la fiosofía de los futbolistas y una pretensión clara desde el principio. Que retorne lo demostrado, no hay lugar para inventos. Ningún cobarde ha hecho historia.
Porque detalles como el de Vinícius son para la (pronta) esperanza. Un jugador capaz de arrancar, frenar y volver a acelerar en segundos, con marca y sin prácticamente espacio. Porque la actual plantilla es mejor que la que comenzó la temporada. Que para dar dos pasos hacia adelante antes hay que dar uno hacia atrás, y el Huesca ya se ha cansado de retroceder.
Se ha perdido la sonrisa. Ha desaparecido la (bendita) locura. Pero qué mejor manera de recuperarse que levantándose bajo el sol del sur y sobre unas condiciones que no atenten contra las capacidades de estos futbolistas. Existen recursos casi inmejorables y soluciones óptimas para que regrese la alegría. “Fútbol” y “sonrisa” van de la mano y solo necesitan de un único término: confianza… para volver a empezar.