Hace años, desacertadamente tras el descenso, la campaña se tituló ‘Volver a sonreir’. En su momento fue una mención que fue broma de cánticos y que se demostró que no era acordé a la realidad del equipo, pero no ayer. Ayer fue muy diferente, se recuperó identidad, salimos por fin con una sonrisa del estadio, se volvió a celebrar, a sonreír, a ilusionarse con un equipo, un equipo que sí, ganó 2-1 a un rival directo, pero más allá de la victoria, jugó muy bien al fútbol, algo que desde Oviedo, era como las dos últimas letras de Ovni, no identificado, por Zaragoza y eso es realmente lo que llenó al zaragocista, lo que le llevó a aplaudir en el descanso a sus guerreros aún perdiendo.
Víctor Fernández logró recuperar algo perdido: la frase, “estos son mis jugadores, este es mi Zaragoza” son los valores del león: lucha, orgullo, ‘pitera’, corazón, sacrificio, no reblar y por supuesto, fútbol: 6 Copas del Rey, una Recopa y el reconocimiento entre los 10 mejores equipos por historia de España no se ganan si no lo haces con fútbol, un trato a la pelota que se recuperó. Ayer, los zaragocistas recibieron y hablo de sensaciones, el mejor regalo de Navidad que su equipo podía brindarles.
¿Un triunfo? Sí, pero sobre todo, cómo se logró, cómo vibró en su asiento, la alegría de ver un equipo que parecía ‘KO’, pero que se levantó de la lona con un juego de pies y una combinación de golpes tremenda que acabó con un zurdazo con el alma para tumbar al rival. Más que tres puntos, más que una victoria; el orgullo de ver al león más vivo que nunca en toda la temporada
Con la Navidad, la ilusión regresa al zaragocismo y con sensaciones de poder permanecer en el tiempo. Gracias por venir Víctor, gracias por regresar míster.