El Real Zaragoza vuelve, por fin, a ser el Real Zaragoza. Una base defensiva sólida -aunque mucho menos que con Atienza-, una delantera que, cuando le dejan aparecer, aprovecha lo poco que tiene y, sobre todo, un centro del campo que vuelve a controlar el ‘timing’ de los partidos a la perfección.
Y esto es, en gran parte gracias a la reconversión de Eguaras. O mejor dicho, a la reaparición y al re-desarrollo del centrocampista que necestiaba el conjunto blanco para volver a jugar al fútbol. El navarro, poco a poco, vuelve a ser aquel mediocentro que llevaba la batuta del equipo cuando Natxo González dirigía a los maños. Vuelve a ser el director de una orquesta que vuelve, poco a poco, a empezar a sonar como antaño. Vuelve a ser el jugador que toda la afición demandada. Vuelve el mejor Eguaras. Y esto se debe a varios factores.
El rombo no es imprescindible
Siempre se ha asociado desde la prensa el rombo a Íñigo Eguaras. Parecía que no se concebía al navarro sin el equema que le impuso Lalo Arantegui a Natxo González y que hizo crecer a la mayoría de jugadores. Pero sobre todo a Eguaras, quien redireccionó al equipo en la segunda vuelta de la temporada 2017/18.
Y parecía que ese era el sistema que iba a utilizar Víctor Fernández a lo largo de la presenta campaña al igual que lo hizo el año pasado. Pero tras una crisis de identidad, el míster zaragocista se ha visto obligado a cambiar el sistema en beneficio de Eguaras. El equipo se asienta sobre un 4-2-3-1 asimétrico con un doble pivote, James desplazado a la banda izquierda -donde mejor rinde-, un mediapunta y, ante la baja de Dwamena, un solo delantero centro puro. Y desde aquí empieza a respirar un Íñigo Egauaras que necesita espacio por dentro para hacer su mejor fútbol
La ayuda incansable de Guti, clave
Todos nos preguntamos cómo puede estar funcionando de esta manera el de Ansoáin en un doble pivote. Varias veces ha sido probado este esquema con la compañía de Ros, Zapater o incluso James como segundo mediocentro y nunca ha funcionado. Pero la movilidad, versatilidad y esfuerzo de Guti han hecho que Eguaras se sienta libre para desarrollar una óptima salida de balón.
En lo cierto estamos si afirmamos que Raúl Guti hace mejor a Eguaras. Y ya no solo por todo el trabajo que le quita al navarro en labores de contención y destrucción que antes tenía que realizar él solo, sino que con su inteligencia y astucia en la salida de balón, el canterano zaragocista ha conseguido articular ayudas en la misma para que el Real Zaragoza vuelva a jugar a través del navarro.
La masterclass en Almería certifica que vuelve Eguaras
Todo lo que decimos se tiene que probar con hechos. Y no hay más que ver el encuentro del pasado domingo para observar que vuelve el mejor Íñigo Eguaras. El capitán dio un clínic de posicionamiento en labores defensivas, ayuda a los centrales en salida de balón y, sobre todo, de sacrificio por el equipo.
El Real Zaragoza necesita nutrirse del navarro. Necesita volver a mamar gran fútbol. Y este brotará, si continúa así, de las botas de Íñigo Eguaras. Los 53.67 pases buenos por partido que promedia el centrocampista son necesarios e imprescindibles para el equipo, así como sus siete recuperaciones. Si no hay ni lesiones ni cambios de sistema extraños de por medio, el Real Zaragoza volverá a ser aquel equipo que disfrutaba del buen fútbol.