Era 11 de octubre, las 11 y poco de la noche. Sergio Melendo, compañero de Aragón TV, entrevistaba al gerente del Huesca y le preguntaba por el inicio de temporada, en el que no habían empezado bien las cosas, y el Huesca no estaba en los puestos en los que se suponía que debía estar.
Josete Ortas tiró de manual de tópicos y deslizó que el primer objetivo eran los 50 puntos. A mí se me heló la sangre, y me sentó como una patada en sálvase la parte. Unas semanas después, en Burgos, Jorge Pulido, en los mismos micrófonos de la televisión autonómica, volvía a repetir el mensaje, y eso ya me hizo pensar, darle vueltas al coco e intentar procesarlo.
Tras el partido ante el Leganés, yo ya voy cambiando el chip: ¿Que me cuesta? Pues sí. No es plato de buen gusto ver cómo el cuarto presupuesto de la categoría mira hacia abajo de forma alarmante en lugar de hacia donde debería. Así que ya pueden ustedes hacer lo mismo que yo, porque no nos queda otro objetivo hasta terminar la temporada. ¿Triste? Mucho. Sobre todo para lo que venimos viviendo en los últimos años, pero este año es lo que toca.
¿Se nos deben caer los anillos por ello? Pues no, porque guste o no guste, el Huesca siempre, históricamente, ha nadado en las turbias aguas de tener que mantener la categoría, cierto es que eran otras aguas y otros tiempos, así que no debe ser deshonroso. Ahora bien, la cara de más de uno debe sonrojarse, porque no han hecho bien su trabajo, y no solamente hay que personalizarlo en el director deportivo, que evidentemente, tiene su cuota de error: los que gobiernan la economía y decidieron gastar poco, Dios sabrá con qué intención, tampoco deberían pasar desapercibidos.
Así que nada, ahora a armarse de paciencia, intentar sumar lo máximo hasta fin de año, y a enmendar, pero bien, en enero lo que no han sabido hacer bien en verano, y asumir, que se ha fracasado en la planificación deportiva esta temporada, no pasa nada por reconocerlo. Lo digo, porque he escuchado hasta la saciedad la anécdota de cómo se convenció a Rafa Mir, acierto mayúsculo, no hay que olvidarlo.
De igual forma, alguien deberá explicar porqué esta temporada sólo los rendimientos de Cristian Salvador y Marc Mateu están a la altura de lo que se esperaba. El resto, la nada más absoluta: no es opinión, es realidad. Lo dicho, cambien el chip. No es deshonroso pelear por mantenerse en Segunda, por supuesto, lo deshonroso es venir de donde se viene y errar estrepitosamente, supongo que sobre eso, pasaremos de puntillas, ya saben, cuesta demasiado admitir que se han equivocado.
Ahora bien, ni con esas nos van a quitar la ilusión de disfrutar de este Huesca, al menos, la mía. Si cambiamos el chip a tiempo, sufriremos mucho menos, aunque sufrir, vamos a sufrir, ya veremos si en febrero o marzo esto es anécdota o hay que llegar hasta mayo. Después, pasemos facturas, pero cuidado: pasar facturas más tarde no significa olvidarnos que los dirigentes del Huesca, han suspendido deportivamente hablando.