Javier Zaragoza ha soltado lastre. Su decisión de abandonar la gerencia del BM Huesca la venía masticando desde hace un par de años. Cerrada la presente temporada comunicó la decisión al club y ya es un capítulo más en su biografía. Ahora mirará de otra forma el balonmano. Le toca verlo como aficionado.
El desgaste ha sido enorme. No lo dice así, pero lo enseña en el tono de sus frases. Han sido algo más de 10 años en la gerencia del BM Huesca. Y el trabajo en la sentina de un club es duro. Le ha tocado ser el ‘malo’ de la película. Si en las empresas los portadores de las malas noticias son los responsables de Recursos Humanos, en los clubes son los gerentes. Toca fichar y decir adiós, buscar patrocinadores, negociar, estar al corriente de convenios privados y públicos. Mantener a flote la nave de un deporte que nada entre las aguas del profesionalismo y el amateurismo es complicado. Castiga mucho. Llega un punto en que hay que trazar una línea y tomar la decisión.
Javier Zaragoza (Huesca, 1963) se va sin echar la vista atrás. Aséptico. Su vida es el deporte. Primero lo fue sobre la pista, luego, ahora, de forma exclusiva en la docencia y en la grada. Llegó al balonmano vía baloncesto. Vivió tiempos de la ACB y de la Asobal. Y también la otra cara del deporte. La de estar fuera de las grandes ligas, la de ser despedido de un banquillo y la de ser quien se pone la placa de ejecutor; de dar consignas a recibirlas y acatarlas. Porque en el deporte, como en la vida, hay de todo.
Recibe a SPORTHUESCA en su despacho donde trabaja como vicedecano de la Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación. Lo tiene en una parte remodelada del viejo edificio del Parque. Un ala sin el abolengo, tapices y cuadros que se asocia a una Universidad. Es un despacho sencillo, pequeño, de colores claros y con el aire acondicionado funcionando para enmascarar la temperatura de la calle en una calurosa tarde de junio. Su historia con el BM Huesca arrancó tras dejar el baloncesto como entrenador y compatibilizar la Universidad con la dirección de un centro deportivo en Huesca. Le llamó Ignacio Munuera, primer presidente del BM Huesca. De esa directiva conocía a Jorge Avellanas. Antes que teórico del deporte sudó la camiseta. En el baloncesto como escolta y luego de base; en el balonmano como lateral “que lo tiraba todo”, suelta entre risas. Eran tiempos de colegial en el Pío XII.
Lo más difícil de su papel como gerente ha sido el día a día. Eso le ha quitado el sueño. Nunca cuando ha tenido que decidir sobre la continuidad de un jugador. Allí, la cabeza siempre ha mandado por encima del corazón. “A mí también me ha tocado escuchar que no sigo”, dice. Y recalca que ”los quebraderos de cabeza” siempre han llegado por la misma vía: cómo pagar la siguiente nómina, cómo marchan los convenios, los patrocinios, las ayudas…
Su salida del BM Huesca la venía mascando desde hace un par de temporadas. Este club tiene un componente especial y es que lo formó un grupo de amigos y, se quiera o no, eso siempre es un condicionante para el que se empotra en él como fue su caso. “A mí, eso me implicó tener que adaptarme a formas de ser y de funcionar”, aclara. “Además, -añade- estoy convencido que cada persona tiene su ciclo para rendir y creo que el mío había acabado. En las actuales circunstancias en las que está el balonmano poco podía aportar o, al menos, hacer cosas que fueran novedosas”, señala.
Su salida se concertó tras pedir una reunión encabezada con el presidente de la entidad, Pachi Giné, en las que manifestó que ya no estaba a gusto con lo que podía aportar. Deslinda que fuera incompatible con la Universidad y recalca que la falta de motivación fue clave para desligarse del BM Huesca. Se va, reconoce, con “conocidos” entre los jugadores, que no amigos, y sí “con la amistad del cuerpo técnico y de los directivos”.
Cerebral, Javier Zaragoza, tiene claro que no va a echar en falta nada de lo vivido hasta ahora. Quita cualquier atisbo de arpas, violines y unicornios en su adiós. “Cuando rompo, rompo. Otra cosa es que me apetezca ir a ver un partido. Es cierto que ahora me vienen 11 años de recuerdos a la cabeza y hay noches que me despierto con esas cosas, pero cuando llegue septiembre echaré de menos la relación personal, no los cometidos laborales”, afirma.
Y aunque se va de los despachos del BM Huesca mantiene que se sacará el carnet de socio y en septiembre, cuando arranque la competición, será uno más de la grada para ver a los de Nolasco buscar jornada tras jornada la victoria en el Palacio de los Deportes.