ZARAGOZA | Valentín Vada firmó el pasado domingo frente al Albacete uno de sus peores partidos desde que llegó hace dos veranos al Real Zaragoza. Aunque el tanto de Lluis López vino de su bota, también fue el causante del gol rival. Olvidó sus tareas defensivas y Carlos Isaac remató sin mucha complicación. Su actuación hizo que la grada le señalara tras salir sustituido.
El rendimiento de Vada ha ido empeorando con el tiempo. En su primera temporada se convirtió en un media punta con una excelente capacidad de encontrar posiciones de disparo. Tanta, que junto con Iván Azón se convirtió en el máximo anotador de la pasada campaña. Sin embargo, aún destapándose como un buen goleador para su posición, su temperamento y las ocasiones desaprovechadas dejaban dudas en la afición. Los goles taparon su mediocre rendimiento. No cumplió las expectativas con las que vino y se abonó a la irregularidad.
Esta temporada se esperaba que diera un paso hacia adelante. Pero todo lo contrario. Si lo más destacable era su producción goleadora, este año casi no ha contribuido. Únicamente en dos partidos ha podido anotar, uno de ellos, de penalti ante el Huesca. Sus destellos de calidad está temporada han sido fugaces, apenas visibles. En el reencuentro con el Tenerife, su ex equipo, se vio la mejor cara del argentino. El Real Zaragoza ganó el partido gracias a dos buenos goles de Vada y una gran actuación. Sin embargo, a partir de ahí, cuando se le ha visto en el campo no ha mostrado su calidad.
Pese a que su rendimiento futbolístico no es el esperado, sí que ha regulado su temperamento. El año pasado recibió 8 amarillas y 2 rojas, aunque una fue retirada por el VAR. Aquellas dos rojas fueron ocasionadas por desentenderse del juego. Los rivales sabían del carácter de Vada y le forzaban. ¿El resultado? patadas alocadas y perder los papeles.
Con Escribá no ha llegado a destacar en ningún momento. Esto se debe también al cambio de posición. El alicantino ha establecido un 4-4-2 priorizando la defensa y los de arriba buscan las migajas que quedan. Además, el argentino no entra en su posición predeterminada, la mediapunta. Cuando por falta de efectivos el míster ha cambiado a un 4-2-3-1, ha confiado en Vada, aunque tampoco ha rendido con acierto. Entre tanto, se ha tenido que colocar en el extremo, posición para la que no tiene cualidades. No es rápido, no busca el balón al espacio, prefiere tener tiempo y entrar al área cuando tiene ocasión.
Su bajón de rendimiento hace indicar que este será su último año en la entidad zaragocista. Cordero tiene un duro trabajo en su primer verano al frente del equipo. Hay una plantilla muy larga con algunos contratos extraños de la herencia pasada. La situación de algunos jugadores es complicada, mientras que la de Vada es demasiado fácil de resolver como para complicar más las cosas. El argentino nunca se ha consolidado como titular y el tiempo para convencer a Cordero de un nuevo contrato parece agotarse.