El Real Zaragoza y Marc Aguado han alcanzado un acuerdo para la renovación de su contrato, antes de cerrar su cesión de regreso a Andorra. Tal y como adelantó Sport Aragón, el canterano seguirá una temporada más sin un lugar en el club que lo formó.
El equipo aragonés no interpreta su salida como una derrota, sino como un paso más en el crecimiento del mediocampista. La opinión de la afición es distinta. Existe la sospecha de que el Zaragoza no ha hecho lo suficiente para que Aguado se quedase. La decisión no le corresponde a Juan Carlos Carcedo, sino al entendimiento entre las direcciones deportivas de los dos clubes.
El Andorra ha forzado al Zaragoza y el equipo aragonés le ha visto solo como un jugador en formación. Como premio de consolación, ha evitado una opción de compra que hubiese sido una tragedia. Pese a todo, en su cesión hay un matiz amargo. Aguado solo necesitaba una cosa para quedarse en Zaragoza: un entrenador que le viera y que creyera en su fútbol después.
Carcedo buscará en el mercado a un jugador de su confianza y entre las cábalas está Manu Molina. Del mediocampista, el técnico valora los años compartidos en el Ibiza y su experiencia en el fútbol profesional. Molina es muchos jugadores en uno solo: tiene capacidad de despliegue, inteligencia para proyectar el fútbol del grupo, buen pie para el balón parado y capacidad para aparecer en las áreas. Pese a que sus virtudes están más contrastadas, en ninguno de sus perfiles se intuye la proyección y el talento puro de Marc Aguado.
Una vez más, el Zaragoza elige el presente y pospone su futuro.